La DANA está presente en el día a día de muchas familias y, cada vez más, acaba quedando olvidada. Negocios que no han podido volver a abrir, farolas que no se han vuelto a encender -al igual que miles de coches- y personas que no pueden recuperar sus hogares.
De esto último entiende mucho la María (@marianosnecesita), una señora de 91 años que el día de hoy trata de recuperar, todavía, su hogar situado en Paiporta. Y María ha tenido suerte, porque una voluntaria le ayuda día a día para poder adaptar su espacio.

Voluntarios de Navarra y Barcelona unidos
La señora necesita la ayuda para poder tener su vivienda de una forma digna y con salubridad. Por ello, la voluntaria Nathalie Bofaruja, de Barcelona, se encarga de un sistema de donaciones para poder hacer frente a los gastos de una obra de esta magnitud. “Se necesita dinero, pero también se necesitan materiales para ejecutar la obra y hay una lista que podemos facilitar sin ningún problema”. Para hacer una donación, se puede hacer a través de la cuenta bancaria ES25 2100 8988 8102 0001 6949 o en el Bizum 07956 con el concepto “María nos necesita”.
No es suerte, son voluntarios y gracias a ellos, María se ahorra la mano de obra de unas reformas imposibles de afrontar. Gracias a los trabajos previos de los voluntarios de SOS Valencia, y la coordinación de la asociación de trabajadores y técnicos sin fronteras de Navarra (ATTsF) se puede ayudar a la mujer con la mano de obra. Durante los fines de semana, trabajadores de esta ONG se desplazan cinco horas para, todos juntos, para restaurarlo todo.

“La gente empieza a olvidarse”, destaca Nathalie. La ciudadanía de los municipios más afectados afirma que sin los y las voluntarias, todavía habría barros en todos los hogares afectados.
La historia de María con la DANA
María ha perdido todos los recuerdos y ella comenta que “ha sido muy feliz” en su casa. Lleva los mismos años que tiene viviendo allí y, explica que “voy a nacer aquí y quiero morir aquí”.
La mujer sufrió una inundación a causa de vivir en una planta baja, con la suerte de contar con una parte de la vivienda de diferente altura, una primera planta. Gracias a la distribución de su hogar, puede seguir contando anécdotas y con la alegría característica con la que recibe a todos los voluntarios.