La incertidumbre política de Cambrils acabará mañana. Está previsto que este jueves el Ayuntamiento acoja la sesión de investidura donde, si no hay ningún último giro, Oliver Klein será el nuevo alcalde. En la confección de mayorías, los ojos estaban puestos en los socialistas, que hoy celebran una asamblea extraordinaria. Pese a todo, se espera que la decisión guarde poco misterio y los militantes elegirán entre dos opciones que harían alcalde al líder de Nuevo Movimiento Ciudadano.
La dirección únicamente llevará a la asamblea un acuerdo de coalición con el partido de Oliver Klein. Los socialistas remarcan que el pacto se ha cerrado únicamente con esta formación, sin ningún actor más en la fórmula. De todas maneras, reconocen que el NMC podría buscar más apoyos por su parte. Entre ellos, uno de los que suena con más fuerza es el del Partido Popular. Su portavoz, David Chatelain, ya ha reivindicado estos días la “vocación de gobernar” de su formación y la convicción de que el retorno de Klein a la alcaldía es una cuestión “de justicia”.
En caso de que la asamblea del PSC rechazara este pacto, la tercera fuerza del consistorio optaría por no apoyar a ningún candidato. Un hecho que también aseguraría a Oliver Klein el bastón de alcalde. Aunque no se han llegado a reunir con Esquerra, todavía podría llegar una propuesta que podría someterse a votación esta noche. Opción que ahora parece remota.
Fin del cuatripartito
De esta manera, la coalición que llevó al socialista Alfredo Clúa a la alcaldía pondría definitivamente punto final. El cuatripartito mantuvo durante un año y medio los frágiles equilibrios personales entre ERC, PSC, Junts y En Comú Podem. Pero a principios de febrero todo descarriló con la expulsión del portavoz juntaire, Enric Daza, bajo acusaciones de “deslealtad”.
Para mantener la mayoría en el pleno, se intentó incluir en el pacto el Nuevo Movimiento Ciudadano, primera fuerza en las municipales. Con todo, el veto de los republicanos a la figura de Oliver Klein hizo imposible esta ecuación. Además, también se exploró una fórmula que incluía a los comunes y a los populares de por medio, pero no llegó a buen puerto.
Clúa decidió finalmente dar un paso al lado, criticado por ERC y ECP, que querían aguantar en minoría. El tono posterior entre los socios se intensificó y quemó los pocos puentes que quedaban en pie. Para acabarlo de asomarse, Daza ofreció su dimisión para volver a construir el cuatripartito sin él, pero ya era demasiado tarde.