Opinión

Hablamos de Talento

Después de años de invisibilización y de ser relegadas a un segundo plano, las mujeres lideran la renovación agrícola de nuestro país. Emergen como una fuerza impulsora de cambio y nuevo talento dentro del sector, especialmente en el mundo de la viticultura, donde su presencia es cada vez más notoria. A modo de ejemplo, en L’Alt Penedès, las mujeres ya gestionan el 24% de las explotaciones, la tasa más alta de la provincia de Barcelona.

Este cambio de tendencia debe servir, por un lado, para dar un impulso al campesinado, un sector que sufre la falta de relevo generacional y las consecuencias de las adversidades climáticas. Se hace imprescindible la implementación del riego de apoyo a los cultivos leñosos para garantizar su supervivencia. Por otro lado, esta revolución femenina debe servir de ejemplo para toda la sociedad. Ante las dificultades, las mujeres también demostramos firmemente la capacidad de liderar y de empoderarnos para ponernos al frente de proyectos. Y eso nos lo tenemos que creer y aplicarlo a todos los ámbitos.

Este año se cumplen diez años de la aprobación de la Ley 17/2015, de 21 de julio, de igualdad efectiva de mujeres y hombres. Todavía queda, sin embargo, mucho camino por recorrer, y es responsabilidad de todos hacerlo posible. Los derechos de las mujeres son derechos humanos; luchar por la igualdad es una cuestión de justicia social. Somos la mitad de la población, pero no ocupamos los espacios de poder en la misma proporción. Somos la generación de mujeres mejor formada de la historia —y no lo digo yo, lo avalan todos los estudios—, pero si analizamos cuántas mujeres hay en puestos de responsabilidad o de toma de decisiones, veremos que todavía no estamos lo suficientemente presentes. Cataluña no se puede permitir perder talento, necesitamos a los y las mejores.

Las mujeres podemos y debemos ser lo que queramos y desarrollar carreras de éxito sin barreras. Eso nos lo están demostrando las profesionales que lideran proyectos dentro del primer sector. Pero la realidad es tozuda, y demasiado a menudo nos encontramos en la obligación de tener que demostrar que merecemos ocupar los puestos de responsabilidad. Hay recorrido por hacer, y las mujeres del primer sector nos están dando una lección de determinación. Ahora bien, es necesario que la sociedad en conjunto siga avanzando hasta el día en que el 8 de marzo no haya que hacer ninguna reivindicación.

Hasta entonces, seguiremos tozudamente alturas.

Tags: opinión
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