Todos y todas lo habremos escuchado en casa de nuestros padres, y ellos de nuestros abuelos: cuando vamos juntos y estamos unidos somos imparables. En cambio, cuando nos dividimos y nos peleamos perdemos. Así de sencillo, y así de claro.
Estos últimos años el Ayuntamiento de Cambrils había estado marcado por la inestabilidad, por alcaldes y algunos equipos de Gobierno políticamente débiles y sin las ideas claras. Y eso había hecho perder paradas del tren de las oportunidades. Que no se detenga cuando tú quieres sino cuando llega y que, si no lo tomas tú lo tomará tu vecino.
A menudo también ha habido algunos que parecían buscar liderazgos basados en palabras grandilocuentes pero vacías de contenido -y, sobre todo, que no se traducían a la realidad-, mientras que otros parecían pelearse incluso con su sombra. Y así, es obvio, no se construye nada bueno.
Por eso quiero destacar el tam-tam que se escucha a pie de calle, cada vez más, por Cambrils. El llamado “estilo Clua”, no “efecto Clua” o “paréntesis Clua”, no, no: el estilo Clua. ¿En qué consiste este denominado estilo? Al trabajar mucho y en llamar poco (o nada), al batallar las cuestiones que son esenciales como pueblo, al poder hablar -y pactar- con casi bien todo el mundo y en la humildad, pero al mismo tiempo en la determinación sin la cual el liderazgo político no existe. El buen liderazgo político, quiero decir.
Y ese es el Alfredo Clua, el alcalde que Cambrils necesitaba y que ahora tiene. Un alcalde que demuestra que la distinción interesada que quieren hacer algunos entre el “nosotros” (es decir, los camaristas y camaristas nacidos en Cambrils) y el “ellos” (el que lo han hecho fuera villa), sencillamente, no tiene sentido. No lo tiene porque como recuerda siempre el Alfredo la auténtica grandeza de Cambrils no es lo que se dice de palabra, sino lo que se demuestra en hechos. Hechos como tener un alcalde extraordinariamente trabajador y, al mismo tiempo, con los pies bien asentados en el suelo. Ambicioso sí, pero desde el sentido de la realidad y dispuesto a hacer lo que haga falta -políticamente hablando- para hacer llegar a un buen puerto.
Por eso estoy convencido de que, después de lustros, Cambrils ha encontrado al alcalde que necesitaba, un alcalde, de hecho, que demuestra cada día encarnar los valores en los que creen la inmensa mayoría de los camaristas y camagüeyanas.
Hay algunos, cada vez menos, que dicen con sorna que “este durará cuatro días”. Aunque me vienen a la cabeza algunos ejemplos de aquellos que se piensan que son camarones de linaje, demuestran que no han entendido nada de las lecciones que hay grabadas en las calles y plazas de Cambrils. Del espíritu indómito de los camaristas y camaristas capaces de cualquier heroicidad cuando la vida los pone a prueba. Y hablo tanto de la solidaridad que demostraron, a pie de calle, durante los años de la pandemia de la COVID hasta los camaristas que en el pasado murieron defendiendo las murallas de la ciudad.
Y es este trabajo, ese empeño, esa determinación que, al mismo tiempo, huye de cualquier sentimiento de autocomplacencia el que va ganando fuerza, aportando savia nueva y extienden este denominado “estilo Clua”.
Del alcalde de Cambrils me quedo con las primeras palabras que le oí una vez asumió la responsabilidad de liderar su pueblo: “quiero que todos los camaristas y camagüeyistas tengan una vida digna, en todos los sentidos. ¡Me dejaré la piel!, podéis estar seguros”. Ese día entendí que el denominado “estilo Clua” era en realidad el estilo de Cambrils, el ADN cambrilense. Del Cambrils triunfador que quise valorar y admirar durante los años que fui alcalde de Tarragona.
