La investigación por la desaparición de Madeleine McCann, la niña de 3 años que desapareció sin dejar rastro en Portugal en el año 2007, ha dado un nuevo giro tras encontrarse un disco duro con miles de imágenes en una fábrica abandonada donde la pequeña podría haber sido asesinada, según las autoridades, por el principal sospechoso del caso, Christian Bruckner.
Aunque en un primer momento, y durante años, los padres de Madeleine fueron sospechosos de la desaparición por los pocos detalles que había del caso —dejaron a sus hijos solos mientras ellos salían a cenar—, hace pocos años el caso dio un giro radical al encontrar un nuevo sospechoso: Christian Bruckner, un hombre con varios antecedentes por hechos similares.
De hecho, Bruckner está actualmente encarcelado por otro caso de violación a una mujer en el sur de Portugal y se le investiga por una cadena de delitos sexuales entre diciembre del año 2000 y junio de 2017. En el momento de la desaparición de Madeleine, se sabe que Christian Bruckner estaba en la misma zona.
Ahora, la policía alemana ha encontrado un disco duro en una fábrica abandonada que sería propiedad de Bruckner. Han encontrado miles de archivos de abuso infantil, conjuntamente con otras evidencias como bañadores infantiles, armas y sustancias químicas. Según la Fiscalía, habría suficientes pruebas para demostrar que Christian Brucker hizo desaparecer a la niña y luego la mató. De momento, sin embargo, no han presentado estas pruebas en los juzgados.
Una desaparición mediática que ha hecho historia
La desaparición de Madeleine McCann es una de las más mediáticas de la historia y también una de las más largas sin que se solucione. Los hechos ocurrieron el 3 de mayo de 2007 en un apartamento turístico del Algarve portugués, donde la familia, de origen británico, habían ido a pasar las vacaciones.
Los padres de Madeleine McCann dejaron a la niña y a sus dos hermanos gemelos dormidos en la habitación para salir a cenar con unos amigos de la familia. Hacia las 20:30 h dejaron la habitación, que estaba en una planta baja, y fueron a un restaurante a solo 50 metros del apartamento.
Según la versión de los progenitores, los padres vigilaron a los niños cada 20 o 30 minutos durante la noche, hasta que hacia las 22:00 h, en uno de esos momentos, la madre vio que la niña no estaba en la habitación. Durante las primeras semanas, un análisis de ADN que se malinterpretó hizo creer que la pequeña podría haber muerto en la habitación y que sus padres habrían ocultado sus pruebas. Este error marcó la investigación y la opinión pública sobre el caso.
Un año después, debido a la falta de pruebas, el juzgado portugués que llevaba el caso lo archivó, pero la familia va continuando buscando a la pequeña a través de detectives privados. En 2011, cuatro años después de la desaparición, la policía británica abrió su propia investigación en la que hablaba “de un acto criminal perpetrado por un desconocido”, valorando un posible secuestro o un robo que salió mal.
Desde entonces, se ha intentado ubicar a varios sospechosos de secuestros infantiles y abusos sexuales a menores en la zona. En 2020, la policía alemana inició su propia investigación al averiguar que un sospechoso investigado por las autoridades estaba en el Algarve durante la época de la desaparición de Madeleine.
Era Christian Bruckner, un hombre de 43 años con múltiples antecedentes y que estaba en Portugal con una autocaravana que se vendió justo al día siguiente de la desaparición de la niña. En caso de que el sospechoso estuviera relacionado con el caso, la Fiscalía era consciente de que la niña probablemente sería muerta, debido a sus antecedentes previos.