Este sábado, Francia ha anunciado un nuevo gobierno, con una clara inclinación hacia la derecha, encabezado por el primer ministro Michel Barnier.
El presidente Emmanuel Macron ha confirmado la composición del ejecutivo, que incluye 38 miembros, 19 de los cuales serán ministros con cartera.
Esta decisión llega después de más de dos meses de negociaciones posteriores a las elecciones legislativas de julio, que dejaron una Asamblea Nacional fragmentada entre izquierda, centro-derecha y extrema derecha.
Entre los cargos clave del nuevo gobierno, destaca Bruno Retailleau, de los Republicanos, como nuevo ministro del Interior, y Jean-Noël Barrot, del Movimiento Demócrata, como ministro de Asuntos Exteriores.
La única figura con un pasado socialista es Didier Migaud, quien asumirá la cartera de Justicia, representando una excepción en un ejecutivo que se desplaza mayoritariamente hacia la derecha.
Además, Rachida Dati volverá al gobierno como ministra de Cultura, y Maud Bregeon será la nueva portavoz del gobierno.
El nuevo gobierno tendrá que hacer frente a importantes retos, entre los que destaca su capacidad para imponerse en las votaciones a la Asamblea Nacional, donde las fuerzas de izquierda obtuvieron el mayor número de votos en la segunda vuelta de las elecciones, pero no forman parte del nuevo ejecutivo.
Protestas masivas contra el nuevo gobierno
Mientras Barnier ultimaba la composición de su gobierno, miles de personas se han manifestado, como ya hace días, en más de sesenta ciudades de Francia, convocadas por las fuerzas de izquierda, grupos ecologistas y feministas.
Los manifestantes critican duramente al nuevo gobierno y su giro a la derecha, así como al presidente Emmanuel Macron, a quien exigen la destitución.
En una manifestación de Marsella, Jean-Luc Mélenchon, líder de La Francia Insubmisa, ha sido una de las voces más críticas, afirmando que “Barnier no tiene futuro” y augurando que el nuevo gobierno será derrotado por una moción de censura en la Asamblea Nacional.
Con este nuevo ejecutivo, Macron busca estabilidad en un contexto político fragmentado, pero las tensiones sociales y políticas, con la izquierda liderando las protestas en la calle, anticipan un futuro convulso para el gobierno de Barnier.