miércoles, 5 de febrero de 2025
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Una reforma saca a la luz una decena de restos medievales y romanos en Cubelles

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Las obras de reforma de las casas adyacentes al Castillo de los Marqueses de Alfarràs de Cubelles (Garraf) han hecho aflorar ocho silos y varios restos de cerámicas romanas. La principal hipótesis es que los ocho silos son de época medieval, pero no se descarta que se remonten a la actividad de los romanos y se sospecha que podrían aparecer más. También han aparecido dos lagares de vino de baldosa vidriada, que llevan unos insólitos símbolos grabados. Todos los hallazgos están en la planta baja de las viviendas, conocidas como Tiendas del Castillo, donde el Ayuntamiento proyecta la nueva sede de la oficina de atención a la ciudadanía. La previsión era que las obras estuvieran acabadas a finales de este 2025 pero los restos arqueológicos obligarán a rehacer el calendario.

Esta es la primera obra a fondo en época moderna que se realiza en las Tiendas del Castillo, situadas en un conjunto monumental protegido como Bien Cultural de Interés Nacional. Esta protección obliga a mirar con lupa cualquier resto arqueológico que aflore, como la decena de silos que han aparecido y que han obligado a parar las obras en la planta baja. El arqueólogo director de la intervención, Eduard Píriz, relata a la ACN que han encontrado los silos llenos de restos de basura de siglos atrás, entre los que se encuentran tégulas romanas, cerámica de tierra sigilata y otros elementos de construcción.

La principal hipótesis es que los silos fueran creados en época medieval, en el momento de máximo esplendor del Castillo y de las Tiendas, para almacenar grano. Una vez terminaron su funcionalidad, Píriz apunta que deberían ser rellenadas con otros restos considerados desechos para evitar tener un agujero en el suelo que puede llegar a dos metros de profundidad. Píriz precisa, sin embargo, que no se puede certificar al 100% que los silos sean medievales, ya que otra hipótesis señala a un origen romano.

Sea como fuere, el director de la intervención celebra el hallazgo “para poner en valor el origen de la villa romana en torno al Castillo y también un pasado medieval muy potente, con una fuerte actividad agraria”. Por ello resalta la importancia de documentar todos los elementos, acabar de vaciar los silos y concretar las cronologías. Admite que “no son elementos fáciles de museizar”, ya que son peligrosos por su profundidad “y poco atractivos visualmente”. Sí apuesta, sin embargo, por hacer una señalización y una explicación cuidadosa dentro del mismo edificio para que no queden en el olvido.

Otro elemento a preservar serán los restos de dos lagares de vino de baldosa vidriada, a priori datados del siglo XIX. Píriz recuerda que el dueño del castillo centralizaba la producción y almacenamiento de vino, y dice que estos son los únicos elementos que quedan de aquella actividad, los cuales están recortados respecto a su dimensión original. “Seguramente fruto de la reforma en vivienda que se haría décadas después”, explica.

A pesar de tener un tamaño más reducido que el original, la parte que se mantiene conserva en buen estado todas las baldosas, “que llaman la atención porque tienen unas marcas y números grabados, hechos anteriores a su cocción”. “Es muy curioso y muy poco habitual”, destaca Píriz, que dice que los investigadores analizarán ahora la motivación y explicación de estas marcas.

Todos los hallazgos están siendo ahora objeto de un informe que el equipo de arqueólogos hará llegar a la Comisión de Patrimonio de la Generalitat, que es quien determinará su futuro. Píriz adelanta que “todos los elementos son intocables porque están dentro de un BCIN”, pero dice que la Generalitat tiene la última palabra sobre si habrá que modificar parte del proyecto constructivo. Cuando la Comisión de Patrimonio se haya pronunciado, se podrán reanudar las obras de la planta baja. Mientras tanto, la reforma continúa en el primer piso de Les Botigues, donde no hay restos arqueológicos.

La espera de este informe ha alterado inevitablemente el calendario de obras. Ni el arqueólogo ni el arquitecto municipal, sin embargo, se aventuran a pronosticar qué retraso sufrirá el proyecto, inicialmente previsto para finales de este 2025 y presupuestado en 830.000 euros -cofinanciados entre el Ayuntamiento y la Diputación de Barcelona-. Fuentes municipales se muestran expectantes con el pronunciamiento de la Generalitat, predispuestos a señalizar los hallazgos y conservarlos visiblemente en la medida de lo posible.

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