Roquetes pide ayuda para atraer actividad a las antiguas naves de Lear

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Blocs de formigó limiten l'accés dels vehicles a les antigues naus de Lear a Roquetes

Roquetas fue el epicentro de la desindustrialización de las Tierras del Ebro en plena crisis económica. En 2009 Lear Corporation anunció que cerraba la planta de cableado y dejó sin trabajo a 520 trabajadores. Quince años después, el municipio celebra haberse recuperado del shock que salpicó a todos los sectores económicos de pueblo.

El alcalde Ivan García ha reclamado a las administraciones superiores que les ayuden a atraer nueva actividad industrial para aprovechar unas naves que fueron “un regalo envenenado”: el Estado las compró para el Ayuntamiento, con el encargo al consistorio de encontrar relevo en Lear. Ver las naves operando otra vez es un deseo también de los extrabajadores que se reencontraron el pasado fin de semana.

García considera que fue “un error” que las administraciones supramunicipales optasen, hace quince años, por comprar las naves cuando Lear cerró. Fue una de las pocas acciones de un Plan de Reindustrialización de las Tierras del Ebro que quedó enterrado unos años más tarde. “No era la solución que necesitaba ni el territorio ni el municipio”, ha recriminado García. El edil ha defendido que el Estado y el Gobierno deberían haberse implicado, como han hecho en otras poblaciones y otros casos, como recientemente con la planta de Nissan en Barcelona, “donde a las pocas semanas ya se conocen quiénes serían los nuevos inquilinos y la nueva actividad industrial”.

 

Un regalo envenenado

Las antiguas naves de Lear tienen más de 14.000 metros cuadrados, dentro de una finca de 34.000 metros cuadrados. Están situadas en la carretera T-342, entre Roquetes y Els Reguers y Bofara de Carles. Se compraron con dinero del gobierno español por parte de la Comisión de Seguimiento del Plan de Iniciativas para el Desarrollo de las Tierras del Ebro, por 1,65 millones de euros, y se donaron al Ayuntamiento de Roquetas.

El consistorio las ofreció para alquilar “a precios mínimos” y ha estado batallando “solo” para venderlas a alguna nueva industria, sin éxito. En el año 2015 se impulsó un plan parcial urbanístico del sector para incentivar la venta, pero nada ha funcionado. “Nadie nos ha ayudado a encontrar actividades y hemos gestionado desde el propio ayuntamiento muchas visitas que no han tenido ningún resultado positivo”, ha lamentado el alcalde de Roquetes. “Estamos atendiendo todas las solicitudes que nos venden y no nos cansaremos de enseñarlas”, ha dicho, pero también ha reclamado el apoyo supramunicipal para dar “una nueva utilidad” a unas naves que “para el Ayuntamiento no sirve prácticamente para nada”.

El precio de venta es otro escollo. Como se trata de unas instalaciones de la administración pública no se pueden vender por debajo del valor catastral. García ha defendido que hay que asumir que no se podrán vender por el precio que costaron. Las naves “han perdido valor” en estos quince años. Han sufrido muchos robos, sobre todo de cobre, y el consistorio les ha intentado dar algún uso municipal. Necesitan una nueva instalación eléctrica y pequeñas reparaciones, pero están en buen estado.

Como ha señalado el alcalde, propuestas como ofrecer las instalaciones para realizar actividades lúdicas, partirlas para venderlas segmentadas o constituir un vivero de empresas supondrían una gran inversión para el Ayuntamiento, que no tiene la capacidad de hacer “si no es con la certeza de que se puede recuperar la inversión”. “Y no hay, porque no ha habido ningún aproximamiento para revertir la situación en la que se encuentra”, ha lamentado.

 

Recuperación económica

A pesar del impacto que supuso el cierre de Lear a principios de 2010, el municipio se ha rehecho del soplo. García recuerda que en poco tiempo, muchos de los locales comerciales de Roquetas fueron cerrando y reivindica “con orgullo” que la arteria comercial del municipio se haya reactivado, “con más actividad incluso que en 2008”.

El alcalde cree que la llegada reciente de nuevas industrias al territorio debería ser “un momento clave” para reabrir las naves de Lear, pero ha reivindicado que una infraestructura estratégica para facilitarlo es también la variante de la C-12. La vía aumentaría la seguridad vial de Tortosa y Roquetes y supondría un atractivo para las naves, que tendrían mejor accesibilidad.

 

Encuentro de extrabajadores

El pasado fin de semana más de 260 empleados de la plantilla de Lear —que llegó a ser de 1.200 personas— se reunió en un almuerzo de reencuentro en La Aldea (Baix Ebre), una jornada “muy emotiva” en la que recordaron los buenos momentos vividos en la planta de Roquetas, donde remarcan que se sentían como una gran familia. José Tomàs Serrato es uno de los trabajadores que en 2010 se quedó en la calle, después de 28 años trabajando en la fábrica. “De recuerdos allí se acumulan muchos”, ha rememorado.

Serrato recuerda que cuando la compañía Lear Corporation compró la planta, que era de la MAI, ya se empezó a especular que “la aprehendían y la venderían”. “Y así fue”, lamenta. El cierre fue “desagradable”, con una “dura” lucha de la plantilla, que en aquel momento era de unos 520 trabajadores. Llegaron a movilizarse a las puertas del Parlamento.

El extrabajador recuerda que muchas familias se quedaron en una “situación muy delicada”, a pesar de las indemnizaciones que se pagaron. “El dinero se va como el agua porque los gastos continúan, no se paran, y encontrar trabajo fue un calvario para mucha gente”, ha explicado. “A mí me cogió una edad muy crítica. No podíamos jubilarnos y no nos daban trabajos porque éramos demasiado caros, no generaban las subvenciones de jóvenes. Nos vamos a encontrar en una situación incómoda y difícil para continuar”, ha remarcado.

La oficina de apoyo o las formaciones que les ofrecieron no fueron suficientes para reubicar a medio millar de trabajadores, la mayoría de mediana edad que habían trabajado en Lear durante décadas. Serrato lamenta que “fue un lavado de cara” y que “los dejaron solos”. También reivindica que las instalaciones de la planta se hayan abandonado y no se hiciera nada entonces para atraer a alguna compañía que pudiera aprovechar el buen acondicionamiento que tenían las naves para producir otros productos. “Si cierra una empresa, antes de desmantelarlo todo y dejar que se pierda el patrimonio industrial, había que buscar a alguien que la relevara”, ha insistido.

La plantilla de la antigua Lear también celebraría que las naves se reabrieran ahora, con una nueva actividad industrial, aunque ya no ellos dependan de aquellos puestos de trabajo. Serrato defiende que el territorio todavía necesita muchos puestos de trabajo, sobre todo de empresas como la MAI y Lear Corporation que ofrecían buenos sueldos, buenas condiciones laborales, y prestigio. “No sé si hoy en día es posible encontrar una empresa así, y en nuestras tierras”, ha lamentado.

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