El plan de choque que por cuarto año consecutivo impulsa el Ayuntamiento de Calafell, ha conseguido sacar, durante el año 2024, a 48 familias del círculo vicioso de la pobreza. Son las que han conseguido que uno de sus miembros consiga una inserción laboral plena y duradera, que les ha permitido normalizar su situación y empezar a caminar sin el apoyo de los servicios sociales.
El año pasado, el plan atendió a 161 familias. Las 48 que lograron salirse representan el 29,80%. Esta cifra es 10 puntos superiores a la de la edición de 2023. Y mantiene la tendencia desde la primera edición, que se hizo a caballo de los años 2020 y 2021.
En la cuarta edición del plan, se han realizado un total de 2.495 atenciones, 342 del área de trabajo social y 2.153 de orientación laboral. La mayor parte de usuarios, el 57%, proviene del núcleo de Segur de Calafell; tres cuartas partes tienen cargas familiares; y dos terceras partes, no dispone de un medio de transporte propio.
Pero además, la teniente de alcalde de Derechos Sociales, Helena Rubio, explica: “Hay que poner sobre la mesa una problemática que nos tiene que hacer pensar. Tres de cada cuatro personas usuarias de este plan de choque son mujeres y el grupo más numeroso el de la franja de edad de 40 a 49 años”.
Rubio añade: “Estamos hablando básicamente de mujeres a cargo de una familia monomarental o que vienen de situaciones de violencia de género. Y han necesitado un acompañamiento especial para recuperar la normalidad en sus vidas”.
Un cambio de debito
La regidora dice también: “Como en los años anteriores, hemos priorizado unidades familiares que, a pesar de estar en riesgo o directamente en situación de exclusión social, podían conseguir un cambio de defado en sus vidas”. Y subraya: “El plan ha priorizado también a quien ha mostrado compromiso auténtico y real para salirse de él. Y eso se ha notado en los resultados”.
El plan de choque es una acción combinada de los servicios sociales y de los de empleo del Ayuntamiento, que trabaja diferentes aspectos. Una herramienta clave es la formación de las personas víctimas de la pobreza, ya que aumenta sus opciones de encontrar trabajo. En este sentido, se ha conseguido que varios usuarios del plan hayan continuado estudios que tenían parados, convalidar estudios antiguos o hayan iniciado estudios nuevos.
Otro instrumento ha sido un programa para mejorar las habilidades sociales, las competencias familiares y la cohesión familiar. Ir haciendo vida normal, y acceder lo que está al alcance de las personas que no son vulnerables es una ayuda de primera para reencontrar el propio camino.
“Hay que insistir en que este plan es una nueva forma de trabajar. No es un plan asistencialista, sino reversor de situaciones”, destaca Helena Rubio. “Queremos ir más allá de dar ayudas a quien los necesite, porque los servicios sociales no deben ser una mera gestoría de subvenciones, sino un instrumento para revertir la pobreza y la exclusión social”, dice.
Añade: “La pobreza es algo más que un problema económico. Pero el gasto público reactiva sube, mientras baja la proactiva y preventiva. Esto ha creado círculos viciosos, que estigmatizan y cronifican las situaciones de exclusión social, que, sin embargo, podemos revertir adelantándonos a ellos”.