Una treintena de agnósticos se han cerrado este fin de semana en el Monasterio de Montserrat para conocer de cerca la vida de los 50 monjes de la comunidad y debatir todos juntos sobre la fe en Dios. Se trata de la 7ª edición de un encuentro que se realiza cada año y que, según explica a la ACN el monje Pau Valls, tiene como objetivo “debatir y dialogar”. “No se trata de convencer a nadie, solo de que la gente nos conozca”, explica. Los agnósticos comparten horas intensas de debate con los monjes, comidas en silencio y largas pasarelas de contemplación. Para Valls, las personas que participan “se abstraen de su ritmo diario y encuentran una paz y una tranquilidad que no encuentran en su día a día”. “Esto es la experiencia y lo que enriquece”, subraya.
“Me cierre aquí justamente para abrirme, por reconexión y por amplitud de miras”. La Maite Sevilla es de Igualada y explica así por qué ha decidido cerrarse un fin de semana con los monjes de Montserrat. Lo hace junto a una treintena de personas más, que tienen en común que no creen en Dios.
“Yo creo que hay algo más y creo que está bien conocer cuál es la versión y la manera en que lo ven los monjes”, explica Lourdes Fernández, otra de las participantes. En cambio, para el Carles Marfil, que de pequeño recibió una educación religiosa y se define como agnóstico, la idea de cerrarse con los monjes es para buscar respuesta a preguntas que se plantea. “Lo que me explicaron los capellanes de pequeño no me ha convencido nunca y siempre he dudado de si Dios existe o no. Hablar de eso con la gente no gusta y aquí lo puedo hacer”, subrayó.
Un fin de semana de puertas adentro
Los no creyentes que participan en el fin de semana de puertas abiertas comparten y aprenden los valores de la vida monástica. ¿Y cuáles son? Para el hermano Pau Valls, hay muchos. “Para saberlo, os invitaría a venir”, subrayó. Sin embargo, destaca la fe, la esperanza, la caridad y las virtudes dialogales.
Más allá de eso, los participantes también tienen la oportunidad única de visitar lugares privilegiados del Monasterio como son la sala capitular -el hemiciclo donde los monjes toman las decisiones importantes-, el claustro modernista o la sala gótica. “Solo el hecho de estar aquí, puertas adentro, es un privilegio”, subraya Lourdes Fernández.
Para el hermano Valls son “un acto de generosidad de mis hermanos”: “Imaginémonos que, durante dos días, una treintena de personas entran en vuestra casa, arriba y abajo, por el comedor, el pasillo… Por más grande que sea el piso, es un acto de generosidad”.
Falta de compromiso
Valls no está de acuerdo en que en el mundo cada vez hay menos personas creyentes. Según dice, el problema es que, hoy en día, “la gente no tiene compromiso”. “La gente sigue buscando, pero lo estamos poniendo muy difícil y estamos menosvalorando a los jóvenes sacándoles asignaturas esenciales como la filosofía, las humanidades o la ciencia”, lamenta.