El Águila, la Mulassa, el León e incluso los Gigantes Viejos.
Prácticamente todas las bestias sin fuego del Séquito tienen presencia en la concurrida Bajada del Águila.
La única pieza que ese día los tarraconenses no ven bajar por las escaleras de la Catedral es la Cucafera.
No por falta de interés.
De hecho, en su momento la entidad hizo manos y mangas para que esta mezcla entre dragón, tortuga y cocodrilo fuera una más en la mítica bajada.
“La entidad reivindicó salir a la Bajada como las otras bestias, pero el Ayuntamiento lo denegó varias veces”, explica Adrià Recasens, miembro de la Cucafera.
La negativa no se justificaba por la posibilidad o no de bajar las escaleras, ya que el animal no tiene ningún problema en hacerlo cada 23 de septiembre tras la entrada del brazo. Las dimensiones, en una noche en que las aglomeraciones no fallan nunca, eran el auténtico impedimento por su presencia.
De indignada a protagonista
El Adriano reconoce que en su momento hubo cierta “indignación” por este veto.
Por ello, iniciaron una campaña para reivindicar su presencia.
En 2012, la Cucafereta reclamó la participación de su ‘madre’ en la Bajada en una protesta en la plaza de la Fuente con el cartel “la mamá quiere bajar”.
Además, el mismo día del acto, cuando todas las bestias ya habían pasado por las escaleras de la Catedral, la entidad hizo bajar una pandilla hecha por ellos en señal de protesta.
“Vamos a elegir hacer bajar una pandilla porque en la Parte Baja había y hay muchas”, remarcan.
La situación forzó al Ayuntamiento a ofrecer una bajada propia por la Cucafera, conscientes del potencial que podía tener.
“Al principio había indignación.
Sin embargo, cuando la cuadrilla se dio cuenta de que era muy difícil participar y el Ayuntamiento nos ofreció una bajada propia, la propuesta gustó“, relata el Adrià.
Dicho y hecho, el 20 de septiembre de 2013 se celebró la primera edición de ‘¡La Cucafera Baja!’.
Un acto que este año cumple 10 ediciones y que ha crecido hasta ser uno de los imprescindibles del programa festivo.
La princesa, pieza diferencial
El acto, sin embargo, no nació con vocación de calcar la Bajada del Águila.
El Adriano recuerda que propuso a sus compañeros ir más allá y dotarlo de una historia.
“Para que no fuera simplemente bajar las escaleras y hacer un pasacalles, pensé que podríamos hacer la representación de la leyenda“, afirma.
Se puso a indagar en los orígenes de las Cucaferas de todo el país hasta llegar a una historia similar a la que conocemos de San Jorge.
A diferencia de aquel relato, en el de la Cucafera es la princesa quien actúa de heroína.
Ella domestica a la bestia, que atemorizaba a la población y se comía todo lo que encontraba.
La primera princesa de ‘La Cucafera Baja!’ salió del casting ‘La Cucafera busca princesa’, que se celebró durante las fiestas del Barrio del Puerto.
Dos años después de la primera edición, el acto incorporó también el papel de caballero, encargado de atrapar a la bestia.
Además, en 2016 el casting se trasladó dentro del programa de las fiestas de San Magín.
De hecho, esta elección también ha evolucionado a lo largo de estos años.
En un principio, eran niños vinculados a la Cucafera quienes hacían los papeles.
Con todo, optaron por que este privilegio fuera abierto a todo el mundo.
“Los niños de la Cucafera ya salen con la Cucafera pequeña. Es una forma de dar la opción a niños de toda Tarragona para que vivan la experiencia“, afirma el Adriano.
Así pues, los papeles quedaron destinados a niños de entre 6 y 12 años de Tarragona ciudad.
Descentralizando la fiesta
Aparte de la incorporación del caballero, ‘¡La Bajada de la Cucafera!’ ha sufrido varias modificaciones en sus 10 ediciones.
En cuanto a la relación con la bestia, se añadió durante las fiestas del Barrio del Puerto la despertada de la Cucafera.
Desde 2017, recorre las calles del barrio después de haber invernado y convierte este acto en uno de los más especiales para la cuadrilla.
Ese mismo año, también se sumó al itinerario la captura del animal durante la noche de ‘La Cucafera Baja’.
El caballero es el encargado de enfrentarse a la Cucafera en el Parque de la Casa de la Fiesta, inmovilifizándole la boca y ligándola para llevarla hacia el Pla de la Seu.
Una vez a los pies de la Catedral, desde 2013 la Cucafera baja por las escaleras seguida por la Charanga Tocabemolls.
En la plaza de las Coles, la doncella espera a la bestia para domesticarla y hacer que por la boca tire únicamente caramelos para los niños.
Tras la representación, la Cucafera continúa en pasacalles hasta la Parte Baja, donde se celebra la Cucafesta.
Precisamente, este acto también se ha transformado en los últimos años.
La bajada consiguió una gran acogida desde la primera edición y poco a poco se ha consolidado entre las agendas de los tarraconenses.
En cambio, la Cucafesta ha tenido que sufrir una redefinición.
Los tres primeros años, la noche musical estaba más pensada para gente de dentro de la entidad y se realizaba en el almacén de la calle San Miguel.
Además, a medida que el pasacalles cruzaba la Rambla, el volumen de gente que los seguía perdía fuerza.
El giro se dio en 2016, cuando una colaboración público-privada forjó la Cucafesta en la Plaza de los Carros.
Una cita que siempre goza de un gran reclamo entre los tarraconenses. “Vamos a ser pioneros en descentralizar la fiesta, uniendo la Parte Alta con la Parte Baja”, presume el Adriano.
Otra modificación ha sido el día del acto.
La primera vez se hizo un día antes de la Bajada del Águila, el 20 de septiembre.
Con todo, esto hacía que pudiera caer en cualquier día de la semana, lastrando la posible afluencia de público.
Por ello, la cuadrilla decidió celebrarla de manera fija el primer sábado de fiestas.
Este 14 de septiembre, el principal cambio lo experimentará la llegada de la Cucafera a las escaleras.
Con motivo del décimo aniversario, todos los chicos y chicas que en estas nueve ediciones han ido pasando por los papeles de doncellas y caballeros estarán presentes.
Ellos serán los encargados de leer el poema que anuncia la llegada de la Cucafera al Pla de la Seu.
Escenificando de esta manera cómo han crecido tanto sus antiguos protagonistas como la propia bajada.
La Cucafera agoniza
La pieza de la Cucafera necesita cambios.
La cuadrilla reivindica una restauración de cara al año que viene, ya que la situación de la bestia es cada vez más precaria. “El otro día fuimos a La Canonja y hacía pena lucirla hecha polvo”, asegura el Adriano.
Aunque se restauró hace poco tiempo, no se hizo de manera “demasiado cuidadosa” y la situación en la Casa de la Fiesta tampoco ayuda.
“El mecanismo que tira caramelos se encalla desde el primer año y las escatas de cuero están dañadas por el sol que le da desde la ventana de la Casa de la Fiesta. Además, la puerta de la entrada va muy justa y a veces rasga las escatas”, recalcan.
Por este motivo, esperan conseguir el apoyo para restaurarla en 2025, coincidiendo con el cambio de vestimenta de sus miembros.