sábado, 31 de mayo de 2025
És notícia

El programa URV Ciudadana rompe las barreras generacionales para fomentar el conocimiento

Foto del avatar
urv-ciutadana-tarragona

Para la mayoría de las personas, la época donde se aterriza en la universidad llega alrededor de los 18 años, en un momento de la vida donde se empiezan a dar los primeros pasos de la vida adulta y se establecen los primeros proyectos personales. Ahora bien, la vida académica no tiene un itinerario tan establecido y, para otros, se trata de un camino que se vuelve a dibujar como una nueva oportunidad más allá de los cuarenta, cincuenta o incluido sesenta años. La universidad se transforma en un concepto diferente; no se trata de alcanzar una meta profesional, sino que se vuelve también un espacio de redescubrimiento académico y una ocasión en que se puede crecer intelectualmente cuando la prisa ya no ahoga y las ganas de aprender se pueden canalizar con más claridad.

En este punto vital es donde se encuentran las 21 personas mayores de 65 años que actualmente cursan un grado de manera oficial URV. Veintiún personas que siguen el mismo itinerario formativo que cualquier otro estudiante: cumplen requisitos de acceso, se presentan a exámenes, obtienen calificaciones y, cuando lo superan, pueden obtener el título correspondiente. Paralelamente, pero con un enfoque académico diferente, están los 40 estudiantes mayores de 60 años que participan en el programa URV Ciudadana, una forma más flexible de acceder al conocimiento que prescinde de los exámenes y el título académico, pero permite a los estudiantes acceder a las aulas universitarias independientemente de diferentes factores, como la edad.

Diseñar un itinerario académico flexible

La iniciativa URV Ciudadana se impulsa a través de la Oficina de Igualdad y Compromiso Social (OICS) en el marco de la tercera misión de la Universidad, conectarla con el entorno sociocultural, y busca hacer realidad un objetivo contundente: que sea accesible a todo el mundo, independientemente de edades, trayectorias o nivel de estudios previos. “Es un programa que responde al compromiso de la Universidad de ofrecer oportunidades de formación a lo largo de la vida de las personas”, explica Jordi Diloli, vicerrector de Compromiso Social y Sostenibilidad. La oferta formativa del programa cuenta con más de 150 asignaturas que pertenecen a 25 enseñanzas de grado. Las personas que las cursan, aunque no obtienen ningún título oficial ni están ligadas a hacer exámenes de forma obligatoria, pueden cursar una o dos asignaturas a escoger por cuatrimestre y están plenamente integradas en la dinámica de clase.

El crecimiento del número de participantes ha sido sostenido a lo largo del tiempo y la oferta se ha ido revisando anualmente para garantizar su actualización. El nivel de participación actual, a pesar de ser significativo, todavía tiene un margen de crecimiento especialmente si se exploran nuevas vías de acercamiento a colectivos potencialmente interesados. El informe más reciente de la Oficina de Igualdad y Compromiso Social destaca que, de entre la variedad de oferta de asignaturas, las enseñanzas de Artes y Humanidades son las que suelen tener más matriculaciones.

La experiencia en el programa URV Ciudadana

Carme Rangil tiene 70 años y ha vuelto a las aulas, esta vez como estudiante. En las aulas de la URV comparte clase con los estudiantes más jóvenes mientras cursa dos asignaturas: una es “Fotografía, cine y patrimonio cultural”, del grado en Historia, y la otra es “Historia de la arquitectura”, del grado en Arquitectura. Su vinculación a la enseñanza no es reciente, ya que la Carmen es profesora jubilada, y además tiene estudios en filología anglogermánica. Alrededor de los sesenta años, volvió a la vida académica: “Quería detenerme un poco más en el significado de los textos, cómo trabajarlos, cómo analizarlos.” A partir de este momento, su nuevo camino lo ha ido llevando por asignaturas de filología hispánica, historia del arte y, más adelante, expresión artística. Un itinerario hecho a medida por ella que define como “una especie de recorrido en la que se trata la expresión artística y los lenguajes artísticos en las diferentes épocas y las diversas expresiones”.

Para el estudiante del programa URV Ciudadana, no ha sido un camino muy fácil. Resalta tres obstáculos: la pandemia, los problemas de visión derivados del uso prolongado de las pantallas y la adaptación a las tecnologías digitales. A pesar de ello, habla de su nueva etapa como estudiante con unas ganas dignas de admirar: “Tener que adaptarme a estudiar las nuevas tecnologías ha sido estimulante”. Además, valora muy positivamente la posibilidad de escoger asignaturas según sus intereses, sin tener que seguir una estructura rígida, como es el caso de los estudios de grado: “En mi caso, cuando empecé al grado en Historia del Arte y Arqueología tenía costes añadidos para tener estudios previos… es un gasto que quizás era innecesario para mí”. Por ello, para ella, poder seguir aprendiendo a través de un recorrido más flexible ha sido clave para mantener la motivación y continuar vinculada al mundo académico.

Lejos de sentirse desplazada, considera que el hecho de compartir clase con gente joven ha sido muy enriquecedor: “Es la mejor manera de conectar con la realidad actual”. Escuchar cómo hablan, cómo piensan y cómo estudian se ha convertido para ella en una nueva fuente de aprendizaje. Si alguien le dice que quizás ya no es edad para volver a estudiar, lo tiene claro: “Es posible y es factible, y además es motivador”.

Una experiencia muy similar es la que ha vivido María Cristina Marcos, de 63 años, que actualmente cursa la asignatura “Economía” dentro del mismo programa. Fue después de la jubilación cuando decidió volver a dar el paso: “Siempre he querido estudiar y fui a preguntar a la universidad si había algún curso. Me hablaron de la URV Ciudadana y me pareció perfecto.” Desde el primer día, Marcos se sintió cómoda dentro del aula, aunque reconoce que al principio pensó que quizás le costaría integrarse entre estudiantes más jóvenes. Este miedo, sin embargo, se desvaneció rápidamente, Marcos afirma que no hubo “ninguna diferencia ni ninguna cosa extraña” y le aceptaron todos.

Para el estudiante, el valor añadido del programa también es la flexibilidad: “Está muy bien porque te permite presentarte a los exámenes o no, y eso da opciones según lo que tú quieras.” En su caso, ha podido vivir la experiencia sin la presión de tener que demostrar nada: “No me he esforzado en querer ser como los demás o hacerlo mejor, lo he afrontado de manera natural.” Aunque valora diferentes recursos como el CRAI y el campus virtual, destaca por encima de todo la proximidad con el profesorado. Ahora vive esta nueva etapa como una oportunidad que recomendaría a todos con el fin de mantenerse activos.

Nunca es tarde para estudiar un grado

Primitivo Gutiérrez, ingeniero químico de formación y con casi cuatro décadas de experiencia laboral en el polígono petroquímico de Tarragona, representa uno de los perfiles de estudiante senior de grado completo. Con 62 años, Gutiérrez decidió retomar los estudios universitarios y se centró en el grado en Historia. Se prometió una cosa: estudiar sin prisas. Su interés por el pasado es el que le llevó a decidir su nueva rama académica, ya que le “gusta mucho conocer los hechos que han pasado antes y las causas que les han provocado”. Esta motivación lo empujó volver a pisar un aula como alumno después de 40 años.

En sus inicios, explica, sintió ambigüedad: «Por un lado, pensaba: “¿Qué hace una persona como yo en un lugar como este?”; pero, por otro, me sentí joven y con ganas de aprender». El contraste de las primeras sensaciones fue dando paso a una adaptación progresiva, pero no exenta de retos. Lo más difícil, confiesa, fue «volver a hacer exámenes después de unos cuarenta años». A pesar de ello, Gutiérrez considera que la experiencia ha sido muy «positiva», en parte gracias al apoyo de los docentes: «Para mí, lo más importante ha sido la explicación de los profesores, y he tenido la suerte de encontrar muy buenos».

Cuando una persona mayor entra en un aula universitaria llena de estudiantes jóvenes, a menudo se cuestionan las barreras generacionales y se ponen a prueba los prejuicios sobre la edad y el aprendizaje. Gutiérrez, con una perspectiva crítica, considera que las nuevas generaciones tienen una gran habilidad con las tecnologías digitales, pero cree que “les falta una visión más amplia de la sociedad”. Una perspectiva intergeneracional que le ha permitido no sólo seguir formando, sino también reflexionar sobre los cambios de la sociedad y de las metodologías de aprendizaje. Por eso, ante el tópico que dice que estudiar de grande “ya no toca”, él lo tiene claro: “No es que no se pueda, cada uno tiene que hacer lo que quiera y pueda, las trabas ya vienen solas y no hay que ponérselas nosotros mismos.” Para Primitivo, la universidad sigue siendo “conocimiento y comunicación”, dos herramientas clave para mantenerse activo y crítico en cualquier etapa de la vida.

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Noticia anterior

ACCIDENTE LABORAL | Muere aplastado por una máquina un mecánico de 47 años

Siguiente noticia

Félix Alonso lleva el problema del futuro de la estación de Els Guingueta al Congreso

Noticias relacionadas