Este miércoles, el programa Joc de Cartes ha vuelto en busca del mejor plato tradicional, y lo ha hecho en Tarragona, donde los restauradores han desplegado toda su oferta gastronómica. Pero este episodio no ha sido sólo sobre cocina: también ha estado marcado por el espectáculo y la tensión entre los concursantes, incluyendo acusaciones de espionaje, que han enrarecido el ambiente.
El equipo comenzó el recorrido en el restaurante El Trull, en Tarragona, liderado por Jorge Piera, que defendió la cocina catalana tradicional con brasa. Aunque los platos gustaron en general, los rivales coincidieron en que la propuesta estaba por debajo de las expectativas creadas. El plato estrella fueron los postres, que consiguieron una buena valoración. A pesar de las críticas, El Trull salió ganador con una nota media de 7, liderando el episodio.
En Altafulla, el restaurante La Xeriueta, de Joan Tomàs, fue el segundo en presentarse. El local dejó una mala impresión al resto de participantes, que criticaron su estética e higiene. Uno de los momentos más polémicos fue cuando los comensales descubrieron que el perno no era cortado al momento como se había anunciado. Con una nota global de 4,4, La Xeriueta quedó a la cola de la clasificación, con la peor valoración en la cocina (2,3).
Laura Bellino, copropietaria del Sargantana de Roda de Berà, defendió la cocina mediterránea de autor con especialidad en arroces, ofreciendo un plato de arroz caldoso de adoquín que impresionó a los comensales. A pesar de algunas críticas sobre el uso de productos congelados e ingredientes caducados, el restaurante obtuvo una buena valoración global de 6,1. Sin embargo, el momento más intenso del episodio llegó cuando Laura, nerviosa, manchó la camiseta del presentador Marc Ribas durante una confrontación con Jorge Piera, quien fue acusado de espiar e investigar otros restaurantes antes del concurso. Esta acusación, tal y como apunta El Mundo, fue uno de los puntos álgidos de la competición, con un intercambio de palabras entre Laura y los otros concursantes, especialmente el Joan Tomàs, que fue acusado de usar tácticas no limpias.
Por último, Canteo Gastrobar, el restaurante de David Vélez en Tarragona, también participó con su oferta de tapas modernas y vinos seleccionados. A pesar del espacio pequeño y el servicio criticado, la propuesta gastronómica tuvo una acogida bastante buena. Las tapas no fueron suficientes para impresionar a los rivales, y el restaurante acabó con una baja puntuación global de 4,8.
