La Escuela Mireia, situada en el barrio del Fort Pienc de Barcelona desde hace 65 años, ha anunciado su cierre al final del curso actual debido a la falta de viabilidad económica. Gabriel Guim, director del centro educativo, comunicó esta decisión el último lunes. “Hoy es un día triste, pero mantener la escuela ahora es inviable”, declaraba Guim a otros medios de comunicación, atribuyendo la decisión a la baja natalidad, la ampliación de la oferta de centros públicos en la zona y las políticas educativas que priorizan la red pública.
Las causas del cierre
El descenso de las matriculaciones, especialmente en los cursos de educación infantil, ha sido el factor determinante en la decisión de cerrar. “El mapa escolar de la ciudad está sobredimensionado y sobran plazas escolares”, explicaba Guim, añadiendo que la zona ha sufrido especialmente la caída de la natalidad, con el cierre de siete guarderías cercanas en los últimos años. Esto, sumado a las dificultades para competir con la red pública, ha hecho inviable mantener el proyecto.
La posibilidad de que la Escuela Mireia pasara a formar parte de la red pública ha sido descartada por el director, que apunta que “la alta oferta de plazas públicas en el distrito hace poco probable esta opción”. Este tipo de transiciones son competencia del Consorcio de Educación de Barcelona, que aún no ha recibido la notificación oficial del cese de actividad.
El apoyo de la comunidad educativa
Las familias y el profesorado han recibido con tristeza la noticia, destacando el buen recuerdo que deja la escuela. Algunos padres han manifestado su frustración: “Nuestros hijos han sido feliz y bien preparados. Ahora nos preocupa cuál será su nueva realidad educativa”, explica Marc Ribas, padre de una alumna.
También los vecinos del barrio han expresado su preocupación por el cierre de la escuela. “La Escuela Mireia no es solo un lugar donde se educa, sino también un espacio de convivencia y cohesión para el barrio”, explica Anna Costa, vecina de toda la vida del Fort Pienc. “Es una pérdida muy grande para todos”, añade.
En la misma línea, Jordi Martínez, propietario de una tienda cercana, afirma: “Muchas familias venían a menudo a la tienda antes o después de la escuela. El cierre no sólo afectará a los alumnos, sino también al comercio local”. Y continúa: “Esta escuela era un punto de referencia en el barrio”.
Otros vecinos, como Pilar Torres, recuerdan la historia de la escuela: “Yo llevo a mis hijos hace años. Me da pena verla cerrar. Era como una extensión de nuestra casa”, explica emocionada.
El futuro del alumnado
Una vez que el cierre sea oficialmente comunicado al Consorcio de Educación, se activarán los protocolos para reubicar a los alumnos en otros centros. Según el director general de centros concertados y privados, Xavier Güell, el procedimiento incluye “el envío de un equipo de bienestar para acompañar a la comunidad educativa” y la organización de reuniones con las familias para orientarlas en la elección de un nuevo centro.
Mientras tanto, Gabriel Guim se muestra agradecido por el apoyo recibido: “Las muestras de afecto de las familias y exalumnos son nuestro único consuelo. Nos emociona saber que hemos dejado una huella positiva”.