Después de muchos años de conflictos entre el Ayuntamiento y los vecinos, la situación del solar situado en la calle Piquer número 10, ubicado en el barrio del Poble-sec, sigue siendo problemática. El inmueble, en estado ruinoso, ha sido durante años focos de una grave plaga de aves, ratas y pandillas, lo que ha generado un malestar constante entre los residentes de la zona.
A principios de octubre, el propietario del solar aceptó llevar a cabo tareas de limpieza y mantenimiento para evitar la proliferación de la plaga de palomas. No obstante, los vecinos aseguran que las acciones realizadas han sido insuficientes. “Desde que se limpió el solar, la situación ha mejorado un poco, pero las palomas no se han marchado del todo. La red puesta para evitar que las aves nidifiquen no es suficiente para controlar el problema”, explica un vecino que prefiere mantener el anonimato.
Entre la inacción municipal y la manipulación del propietario
Según el testimonio de los vecinos, el propietario del solar ha hecho amenazas preocupantes para intentar presionar al consistorio a comprar el terreno por un precio más elevado. “En varias ocasiones, ha afirmado que transformará el solar en un prostíbulo o una narcosala para crear miedo y forzar al Ayuntamiento a comprarlo a un precio más alto”, denuncia un vecino. Esta estrategia ha generado una gran indignación entre los vecinos, que ven como la situación se prolonga sin una solución definitiva.
Además, aseguran que el Ayuntamiento de Barcelona ha mostrado hasta ahora una actitud pasiva. “La concejala del Distrito (Raquel Gil) siempre dice que ‘ya veremos’ o que ‘no se descarta comprar el solar’, pero hace años que nos dicen lo mismo y no lo hacen”, lamenta el vecino. Ante esta falta de acciones concretas, el consistorio ha decidido finalmente solicitar a los juzgados la autorización para acceder al edificio en ruinas y, si es necesario, forzar medidas que permitan poner fin al problema.
Los vecinos reclaman un equipamiento público
Para los habitantes del barrio, la solución ideal sería que el Ayuntamiento adquiriera el solar para destinarlo a un equipamiento público. “El barrio necesita espacios para la comunidad, y este solar podría ser la solución para muchos de nuestros problemas. Pero parece que el Ayuntamiento no tiene interés en comprarlo”, asegura el vecino.
La problemática de Piquer 10 es un ejemplo más de la dificultad de gestionar los solares abandonados en Barcelona, donde la combinación de intereses privados y la falta de respuestas municipales agravan la degradación urbana. Los vecinos esperan que la intervención judicial pueda ser el primer paso hacia una solución definitiva que mejore la calidad de vida en el barrio.