Barcelona-Sants, una de las estaciones más importantes del país, se ha convertido este martes en el escenario de un verdadero caos. Centenares de personas forman colas interminables ante los puntos de información, las taquillas e incluso junto a los paneles electrónicos, esperando noticias que no llegan. El colapso ferroviario, que se inició ayer, lunes, a raíz de un apagón eléctrico histórico, se ha alargado mucho más de lo que muchos esperaban.
La indignación entre los viajeros es generalizada. Aunque el suministro eléctrico se ha restablecido, los trenes siguen sin circular con normalidad. La falta de comunicación oficial y la incertidumbre han hecho que muchas personas pasen horas sin saber si podrán viajar o no. “Es desesperante. Llevamos más de 10 horas aquí y no tenemos ninguna respuesta”, explica la Divina Irtiza, sentada en el suelo con su equipaje.
El testimonio del Santiago: 12 horas sin agua dentro de un tren parado
Uno de los casos más extremos es el de Santiago Ferreira, que quedó atrapado durante 12 horas dentro de un tren sin poder salir ni acceder a agua potable. “Hasta la una de la madrugada no pude beber nada. Y con mis problemas de salud, eso ha sido un infierno“, relata. Denuncia que ni el personal ni la empresa ferroviaria ofrecieron ninguna ayuda: “Nos dejaron completamente abandonados. Tuve mareos y nadie hizo nada”.
Santiago, que venía desde Sevilla, asegura que no olvidará nunca la sensación de estar atrapado en un vagón lleno de gente, con las luces intermitentes, sin información y con la sensación de desamparo absoluto.
Familias que han tenido que pagar dos veces
Hay pasajeros que no solo han perdido tiempo, sino también dinero. Es el caso de la Patricia y el Guido, un matrimonio argentino que se encontraba de vacaciones en España con sus hijos. Tenían billetes por un tren AVE a Bilbao ayer, pero el apagón lo paralizó todo. “Teníamos ayer un viaje pero nos cancelaron todo así que compramos nuevos billetes… pero tampoco ha salido”, explica la mujer con indignación.
“Nos sentimos completamente engañados. Esto no es un error puntual, es una gestión pésima”, añade el hombre. De momento, aseguran que tienen por un par de horas más.
Viajes con motivos urgentes, sin solución ni empatía
Entre la multitud, Jordi y LaIa intentan calmar a su hijo de 9 meses sentados junto a una columna. Tenían que viajar a Valencia para visitar a la familia, ya que la madre de ésta se encuentra en un estado crítico de salud, pero hace más de 7 horas que esperan. “Hemos agotado los pañales y no tenemos agua caliente para el biberón. Nos han dejado aquí como si no importáramos”, se queja el Jordi. La mujer añade: “Estamos a la suerte, como todo el mundo. Nadie da explicaciones”.
El caso de esta joven familia no es único: varios padres con niños pequeños han denunciado la falta de facilidades y servicios básicos.
Suspensiones definitivas y robos constantes
Muchos viajeros ya han decidido renunciar a sus planes. Para muchos turistas internacionales, la situación es aún más confusa. Gerard y Monique, una pareja de Bruselas, se han quedado atrapados cuando tenían que marcharse hacia Sevilla. “Nadie habla con nosotros y no entendemos qué pasa. Hemos perdido una noche de hotel y una excursión. Y no solo eso, ayer noche nos intentaron robar”, explica Monique, que asegura que los robos son motivo de muchas denuncias en estos momentos.
Una crisis mal gestionada: indignación y exigencia de responsabilidades
Aunque se entiende que un apagón de esta magnitud es un caso excepcional, muchos usuarios consideran que la respuesta ha sido insuficiente y mal gestionada. “Una crisis así no se puede afrontar dejando a la gente abandonada en los andenes”, resume Víctor, aún sin tren.
Hay quien ha tenido que buscar alojamiento de urgencia, quien ha perdido dinero y quien, simplemente, se muestra desconcertado por el silencio institucional.
La luz ha vuelto, pero el servicio no
El colapso en Santos es el reflejo de un sistema que no ha sabido reaccionar a tiempo ante una emergencia nacional. El restablecimiento del suministro eléctrico no ha ido acompañado de una respuesta eficiente. Las quejas por desinformación, falta de atención e inacción se multiplican en cada andén.
Miles de personas esperan todavía poder continuar su camino, pero el malestar social y la pérdida de confianza ya se ha puesto en marcha. Y esta vez, no hay megafonía que lo calme.