La ciudad condal se ha despertado en medio de una nueva controversia navideña. El Raval, uno de los barrios más diversos de Barcelona, ha decidido sustituir las tradicionales luces de Navidad por un diseño que refleja la multiculturalidad de la zona, según ha avanzado Betevé. Esta propuesta, que llega a pocos días del encendido oficial de las luces en la ciudad, ha generado un intenso debate entre los vecinos, comerciantes y partidos políticos.
En lugar de los típicos motivos religiosos que acostumbran a decorar las calles durante las fiestas, el Raval se ha sumado a la tendencia de un alumbrado “inclusivo”. El proyecto, creado por el diseñador local Imanol Ossa, se caracteriza por guirnaldas de colores que buscan reflejar la proximidad y la diversidad de la zona, donde más de la mitad de la población tiene orígenes extranjeros.
“En un barrio tan multicultural, hacer luces de carácter religioso no tenía mucho sentido. Por eso, vamos a optar por guirnaldas de colores, un elemento festivo que acerca las luces a todo el mundo”, explica Ossa. Esta iniciativa ha sido bien recibida por muchos, pero también ha levantado críticas entre los que consideran que se pierde el espíritu tradicional de Navidad. El coste de la decoración, 65.000 euros, ha sido otro punto de discordia, con voces que cuestionan si es un gasto justificable. Las guirnaldas, que se han alquilado para evitar costes de almacenamiento, serán reutilizadas en otros eventos.
Mientras tanto, el debate sobre la “multiculturalidad” y la relevancia de las tradiciones navideñas se mantiene vivo en las redes sociales, con algunos reclamando que la ciudad mantenga la espiritualidad de la Navidad, mientras que otros celebran la diversidad cultural que se refleja en estas nuevas propuestas.
El proyecto del alumbrado, bautizado como “Luces de Invierno”, abarca varias calles clave del Raval, como la Rambla del Raval, la calle de Joaquín Costa y las plazas de Vicenç Martorell y Salvador Seguí. Para muchos, estas luces no sólo son un elemento decorativo, sino una invitación a “descubrir que el Raval es muchas cosas, pero principalmente es sonrisa, proximidad y diversidad”, tal y como comentan los comerciantes locales.
Esta transformación en la decoración navideña es sólo un capítulo más de la guerra de símbolos y tradiciones que se está viviendo en toda Cataluña, donde la celebración de Navidad como festividad religiosa cada vez parece tener menos espacio ante la voluntad de acoger la pluralidad y el pluralismo cultural. El 28 de noviembre, Barcelona encenderá las luces oficiales de Navidad en toda la ciudad, pero, en el Raval, el espíritu navideño será, sin duda, un poco diferente.