El Ayuntamiento de Barcelona ha puesto en marcha una campaña para que los alimentadores de palomas reduzcan o frenen esta práctica. El consistorio ha detectado 236 grandes alimentadores, que pueden llegar a donar más de dos kilogramos de comida a estas aves, que solo necesitan 30 gramos. Así lo ha explicado la directora del Servicio de Derechos de los Animales, Carme Maté, que ha remarcado que dar de comer a las palomas les genera, entre otros, problemas de malnutrición.
La campaña que se realizará durante este mes de diciembre intenta concienciar a la ciudadanía sobre la necesidad de evitar esta práctica y, para ello, cuatro parejas de informadores se desplazarán por 40 espacios donde se han detectado problemas relacionados con esta práctica.
Ciutat Vella es el distrito donde se concentran los principales puntos de conflicto relacionados con la alimentación de palomas. Sin embargo, la directora del Servicio de Derechos de los Animales ha apuntado que están trabajando en nueve puntos de la ciudad considerados problemáticos, entre ellos las plazas de la Bella Dorita, Folch i Torres y de Cataluña, así como el parque de la Ciudadela.
La campaña está principalmente dirigida a los grandes alimentadores de palomas, pero también a aquellos de esporádicos, por ejemplo personas que comparten parte de su comida o dejan caer muelles. También quiere dirigirse a los alimentadores considerados pasivos, es decir, aquellos que dejan comida en la calle y que luego sirve como alimento para las palomas.
Maté ha remarcado que lo que se quiere transmitir a la ciudadanía es que alimentar las palomas les perjudica porque les provoca malnutrición, incrementa las puestas y hace que se concentren, lo que genera peleas entre las mismas aves y puntos de transmisión de enfermedades. También ha apuntado que se crea dependencia y “se habitan” a ser alimentados.
Sobrepoblación de palomas
Además, la directora del Servicio de Derechos de los Animales ha advertido de que con la comida que se les da se está alimentando a una parte de la población de palomas que, de otro modo, no existiría. Esto, ha avisado, contribuye a la sobrepoblación de palomas que sufre la ciudad. Según datos del consistorio, la densidad de palomas en una ciudad debe situarse en unos 300-400 por kilómetro cuadrado, pero en Barcelona se estima que hay entre 1.300 y 1.700 por kilómetro cuadrado.
“(Con la alimentación) estamos manteniendo una parte importante de la población, más de la mitad. Si los dejáramos de donar estos alimentos, no estarían”, ha subrayado Maté. Según los cálculos del Ayuntamiento, la presencia de alimentadores puede llegar a triplicar o cuadruplicar el número de palomas en momentos puntuales en determinados espacios.
En cuanto a los alimentadores de palomas, la directora del Servicio de Derechos de los Animales ha asegurado que no hay un perfil que hayan detectado, sino que cambia según el lugar y el distrito. Ha indicado que desde el consistorio trabajan con ellos para saber cuál es su “visión” y “concepción” que les lleva a alimentar palomas. Con todo, ha avisado de que las interacciones con los alimentadores son una “estrategia a largo plazo”.
Desde 2017 Barcelona ya realiza un control de la población de palomas mediante métodos anticonceptivos con nicarbazina. Actualmente hay en la ciudad 42 dispensadores, que cubren un total de 35 colonias de palomas. Esta medida ha permitido reducir en un 60% la cifra de palomas en las zonas tratadas. El consistorio también aplicó una medida disuasiva de las palomas con vuelos de halcones en una prueba piloto en Les Corts, una iniciativa con la que se agujerearon las palomas de aquella zona durante las 12 semanas posteriores a los vuelos.