El 27 de septiembre de 1991, el argentino José Brusca, de 18 años, llega al aeropuerto de El Prat para reunirse con su familia, entre ellos su hermano, Luís, que ya hace años que vivía en Cataluña. La situación se complica cuando, durante el día, en Luís se empieza a preocupar porque no tiene noticias del joven, así que decide denunciar su desaparición a la Policía Nacional.
José nunca aparecerá. Según declara el hermano en RAC1, durante años él y su madre harán todo lo posible para saber algo sobre dónde se encuentra el joven, paralelamente a la “inacción” de la policía. “Me llamaron una vez, después de 5 años, solo para preguntarme si sabía algo, y yo no sabía nada, claro está”, explica. Salieron a un programa de televisión sobre desaparecidos, viajaron a París siguiendo un rumor e incluso consiguieron movilizar la Europol.
No fue hasta 34 años después de que tuvieron su primera noticia. Hace unos años decidieron probar a poner otra denuncia, esta vez a los mozos de escuadra. Gracias a la investigación que estos realizaron, se pudo que José había muerto el mismo día de la desaparición, en 1991, en el aeropuerto de El Prat. De hecho, incluso estaba enterrado. El cuerpo había sido sepultado en un nicho en El Prat de Llobregat.
La Guardia Civil había encontrado el cadáver el día de la muerte, pero en aquella época ellos y la Policía Nacional no compartían datos. La denuncia de la familia no pudo ser relacionada con la avalancha del cuerpo.
¿Que pasó el 27 de septiembre?
El cuerpo de José fue encontrado por un trabajador del aeropuerto, que afirmó haberlo visto desplomándose desde la antigua torre de control. Las circunstancias de la muerte o el motivo por el que se encontraba en aquella torre, donde no se podía acceder sin autorización, son todavía una incógnita. La investigación realizada en el momento por la Guardia Civil determinó que había muerto por un golpe craneoencefálico, pero no se le llevó a cabo una autopsia.

Acciones tomadas por la familia
La familia de Luís ha contratado al abogado Benet Salellas para denunciar la gestión negligente del caso. “La familia ha sufrido una grave falta de atención y tienen todo el derecho a exigir una indemnización por la falta de empatía y la mala gestión”, ha explicado a Salellas en RAC1.