Ricard Lobo, monje, teólogo y activista destacado en la lucha antifranquista, murió este viernes a los 88 años. Lobo fue una figura esencial en la historia reciente de Cataluña, con una trayectoria marcada por su compromiso con la defensa de la libertad y la cultura catalana.
Nacido en Barcelona en 1936, Lobo comenzó su camino espiritual como monje en el Monasterio de Montserrat y en el Monasterio de Sant Miquel de Cuixà, aunque su influencia trascendió el monacato. Fue uno de los miembros fundadores de la Asamblea de Cataluña en 1971, una de las iniciativas más importantes de la resistencia contra la dictadura franquista. En 1973 fue detenido junto con otros miembros del movimiento por la policía franquista.
Tras la disolución de la Asamblea de Cataluña, Lobo adhirió a la Crida a la Solidaritat, defendiendo los derechos de la lengua y la cultura catalana en un momento crucial de la historia del país. Su implicación política y social fue reconocida por diversas personalidades del mundo institucional, y en 1978, el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, lo nombró primer director del Diari Oficial de la Generalitat de Catalunya (DOGC), cargo que mantuvo durante más de 27 años, hasta su jubilación en 2005.
Lobo fue también un hombre de profundos valores éticos y sociales, reconocido con premios como la Medalla al Trabajo Presidente Macià (2005) y el Premio Serra i Moret de Civismo (2007).
Varios líderes políticos han expresado su condolencia y reconocimiento a su figura, destacando su labor incansable por un país más justo y libre. El expresidente de la Generalitat Pere Aragonès ha definido a Lobo como “un ejemplo de compromiso y valores”, mientras que la expresidenta del Parlament, Laura Borràs, ha resaltado su contribución como “luchador antifranquista y hombre de bien”.
Su trayectoria ha sido una influencia determinante para muchos, como ha destacado Jordi Sànchez, quien ha recordado la “aportación fundamental” de Lobo a la Crida y el Ciemen.