La cerda Pigcasso ha pasado a mejor vida a la edad de 8 años. Joanne Lefson, su propietaria, lo ha anunciado a través de sus redes sociales, confirmando que el mundo del arte animal ha perdido a uno de sus mayores exponentes.
Pigcasso era conocida como
“la artista no humana más exitosa de la historia mundial”
. A lo largo de su vida vendió cuadros por más de un millón de dólares. Decoró las propiedades de Rafel Nadal y Jane Goodall, entre otras celebridades.
Su exmeta expresó a Caters News: “Es muy triste que haya desaparecido una figura tan inspiradora para el bienestar de los animales. Pero también celebramos una vida bien vivida y la profunda diferencia que ella marcó”.
Según la sudafricana, su legado continúa a través del santuario donde Pigcasso vivía, cuya misión es “inspirar un mundo más amable y sostenible para todos”.
Con el dinero obtenido por sus obras, Lefson mantiene la granja Farm Sanctuary SA además de apoyar a otras organizaciones benéficas similares.
Aunque la esperanza de vida de un cerdo es de 15 a 20 años, a la pobre Pigcasso las dos patas traseras prácticamente no le funcionaban y parte de su columna estaba calcificada. Su condición física se deterioró rápidamente en septiembre de 2023, informó Lefson.
A principios de octubre, sus dos patas
“habían quedado cojas”
. “Las dos condiciones incurables están directamente relacionadas con las manipulaciones y modificaciones a las que están sujetos los animales de granja en las granjas industriales de hoy”, ha sentenciado la mujer de 52 años.
Pigcasso hizo vida de artista después de que Lefson la rescatara de un matadero cuando solo tenía 4 semanas de vida, en mayo de 2016. “Ella fue salvada y resucitó para inspirar a millones de personas a reconsiderar lo que comen gracias a su talento extraordinario”, sentencia Lefson.
Sus primeros trabajos los hizo en su granja, una fundación sin ánimo de lucro para animales rescatados en Franschhoek, Sudáfrica. La cerda fue llamada Pigcasso en homenaje al pintor malagueño Pablo Picasso (pig en inglés es “cerdo”). A diferencia de lo humano, ella firmaba sus obras mojando su muslo en pintura roja.
Lefson nunca la obligó a pintar. Pigcasso lo hacía cuando quería. Entre pincelada y pincelada, la cerda solía comer de una cesta de picnic sobrecargada de fresas orgánicas, guayabas de otras delicias.
Pigcasso participó en exposiciones en Sudáfrica, los Países Bajos, Alemania, Francia, China y el Reino Unido, entre otros países.
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