Donación al Archivo de Lleida del fondo del maestro Josep Sorigué Vilaseca

El empresario Julio Sorigué Zamorano ha dado al Archivo Municipal de Lleida la documentación que guardaba de su abuelo Josep Sorigué Vilaseca. Este fue un maestro que destacó por su relevante labor pedagógica y por la edición de unos libros pioneros para la enseñanza de la geometría y la marquetería.

El Fondo Josep Sorigué Vilaseca está integrado por publicaciones y documentos profesionales, que ahora custodiará el Archivo Municipal de Lleida según el acuerdo firmado el pasado 1 de febrero.

El fondo toma especial relieve porque ofrece la posibilidad de reconstruir la figura de un docente, que no sólo ejerció de maestro, sino que supo aprovechar su espíritu empresarial para mejorar la pedagogía y la metodología en las aulas, en unos tiempos difíciles durante los cuales tuvo que superar una guerra y un expediente de depuración.

Josep Sorigué nació en La Pobla de Segur en 1876 y, tras una incipiente carrera militar, en 1906 obtuvo el título de maestro e inició su carrera como docente, que lo llevó por poblaciones de Girona y Barcelona.

En 1914, mediante la permuta de la plaza, se acercó a Poniente y fue nombrado maestro de la escuela de Bell-lloc d’Urgell. Finalmente, en 1923 arribó a Lleida, primero como maestro de la escuela de l’Almodí de la plaza Sant Joan y luego, y hasta su jubilación en 1945, a la Escuela de la Beneficencia de la Diputación de Lleida. Falleció en Lleida en 1953.

Su figura destaca sobre todo por su tarea pedagógica, porque ya a principios del siglo XX consideraba que el aprendizaje de la lectura era el hecho más relevante del programa escolar y que la metodología debía basarse por encima de todo en un aprendizaje activo, que obligara al niño a pensar y crear a la vez.

Con este objetivo y con una destacada mentalidad empresarial, en 1913 registró sus manuales por la aplicación de su método para la enseñanza, en el Registro General de la Propiedad Intelectual.

En 1916 inició su colaboración editorial con el librero Ramón Urriza, colaboración que se mantendría hasta los años treinta, cuando evidenciando su espíritu de empresario signó un contrato con la editorial Salvatella, con la que echó el salto definitivo, ampliando el radio de alcance de sus publicaciones didácticas en todo el Estado.