Reus ha recuperado una decena de antiguos pozos en los últimos años para garantizar el agua potable en la ciudad en plena sequía. Se trata de unos pozos abiertos entre los años 40 y 60 del siglo pasado que dejaron de ser utilizados porque el agua no era apta para el consumo humano, pero con las instalaciones de tratamiento actuales, se ha podido potabilizar.
Hoy en día, entre un 10 y un 12% del agua que se consume en la capital del Baix Camp proviene de pozos y minas propios. En total, Reus cuenta con una veintena de pozos. El concejal de medio ambiente y sostenibilidad, Daniel Rubio, destaca que es por “no tener tanta dependencia ni del sistema de salud – Siurana, ni del agua del Ebro”.
La recuperación de pozos en Reus es “histórica”, señala Rubio. Con el crecimiento de la ciudad, los reusenses se abastecían de agua de pozos y minados que se encontraban dentro del término municipal. No es hasta el año 1904 que el Ayuntamiento de Reus y varios particulares crean la Comunidad de Regantes del Pantano de Riudarenes para construir el embalse, y en 1919 se pone en funcionamiento. En 1989, con el llamado minitrasvase del Ebro, la capital del Baix Camp empieza a recibir también agua del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT) y, poco a poco, va abandonando algunos pozos.
Con el actual periodo de sequía, el gobierno de Reus presentó un plan de inversiones de 2,5 millones de euros para “intentar aprovechar hasta la última gota de agua de kilómetro cero”, explica Rubio, “por no tener tanta dependencia ni del sistema Siurana – Riudarenes, ni del agua del Ebro“, añade. En este plan bianual (2024 – 2025) se han recuperado tres pozos en la zona de Bellissens, otro conocido como IGME en el polígono Mas Sunyer, la mina del barrio Gaudí y en los próximos meses se pondrán en marcha tres pozos que se encuentran en la zona del aeropuerto.
Antes, ya se habían vuelto a poner en funcionamiento los pozos municipales Estellers y el de Mas Miarnau que se usan para regar la zona verde del parque Sant Jordi. Además de un pozo en la zona de Misericordia para regar los parques del Trenet y del Centenario. Paralelamente, se está trabajando en un sistema de tratamiento del agua proveniente de pozos situados en la zona del polígono Agro-Reus.
La puesta a punto de los pozos de Bellissens y los del aeropuerto no ha sido rápido. Los primeros se encuentran a escasos metros de las vías de alta velocidad, propiedad de Adif, y los del aeropuerto están situados dentro de las mismas instalaciones aeroportuarias. “Es una infraestructura que depende del Estado y necesitamos los permisos para poder entrar, actuar y hacer las obras. Se nos está demorando, pero estamos avanzando”, asegura el regidor.
El problema principal de los acuíferos de donde se extrae el agua es la elevada cantidad de sales y de barros, que hacen que el agua no sea potable en un inicio. Para hacerla apto como agua de boca, se ha instalado un sistema desnitrificador que con unas resinas se hace un intercambio iónico que permite poner el agua en el “punto óptimo” para el consumo humano. Los acuíferos que no se pueden descontaminar lo suficiente se utilizan para agua de riego o para limpieza de la vía pública.
Los tres pozos de Bellissens producen entre 1.100 y 1.200 metros cúbicos de agua al día. Entre todo el sistema de pozos y minas, Aguas de Reus calcula llegar al 10-12% del total del agua que se consume en la ciudad. Estos años de sequía, sin embargo, la obtención ha sido “muy escasa”, comenta Rubio, solo del 5%. “Después de las últimas lluvias de octubre y noviembre, y de las que están cayendo ahora en el mes de marzo, estamos viendo que la cantidad de agua que podemos sacar se está aproximando a estos términos absolutos”, subrayó.
En un año sin sequía, Reus obtiene un 10-12% de agua de los pozos, un 18-19% del sistema Siurana – Riudarenes, y un 60-65% del Ebro. La apuesta por aprovechar el agua que hay dentro del término municipal responde a una cuestión de abastecimiento, pero también económica. Hace ahora dos años que Reus no coge agua del Riudarenes, según señalan desde el ayuntamiento, porque el pantano está bajo mínimos.
Esto conlleva que tengan que extraer más agua del CAT y tiene un “doble riesgo”, remacha el titular de medio ambiente. Por un lado, una avería o un episodio de contaminación en el agua del CAT “pondría en riesgo el abastecimiento de la ciudad de Reus”, dice Rubio. Y por otro, el coste económico. En 2023 y 2024, depender tanto del agua del Ebro ha supuesto un sobrecoste de unos 800.000 euros para la ciudad, según explica el regidor.
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