Pilar Lumbreras tiene 92 años y ha sido la última monja en activo en el convento de las hermanas capuchinas de Manresa, la ciudad natal de la fundadora del orden en el Estado.
Con Lumbreras termina un legado de 400 años de historia de las capuchinas en la ciudad. La monja admite con resignación que marcharse “no es una alegría” y añade que “siempre cuesta salir de tu casa”.
El futuro del espacio, de 1.800 metros cuadrados, es toda una incógnita. “Esta casa la festeja mucha gente, pero nadie se atreve a decir: me la quedo”.
Desde siempre, el deseo de las monjas ha sido que sea “útil” para la ciudad de Manresa. Con todo, el convento depende de una federación de capuchinas que es quien tendrá la última palabra.
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