“Todo iba bien pero por la tarde se ha precipitado todo. Disculpame te llamo en diez minutos, ahora no puedo hablar”. Eso es lo que el presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón, dijo a la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, la tarde-noche del 29 de octubre entre las ocho y las ocho, según ha explicado la propia Ribera a la cadena. SER. Ribera estaba en Bruselas y, alertada de la situación por el secretario de Estado, llamó “hasta cuatro veces” a Mazón, hasta que contactó con él. La conversación fue breve y según la ministra, en ningún momento le pidió ayuda, a pesar de la “preocupación elevadísima” de los que estaban en la reunión del Cecopio porque no se tomaban decisiones.
“Tan pronto como la gente de la Confederación Hidrográfica del Júcar se dio cuenta de que en el Cecopi estaban bloqueados, que la situación era muy crítica y que no se estaban tomando las decisiones correctas llamaron al secretario de Estado, él me avisó y me costó hasta cuatro llamadas localizar Mazón esa misma tarde”, ha explicado Ribera.
En la cuarta llamada consiguió hablar en la conversación breve reproducida más arriba. “Lógicamente no me devolvió la llamada, cosa que entendí perfectamente”, ha añadido Ribera.
Según su relato, la gente que depende del Ministerio y que participaba en el Cecopi estaba “consternada” por las “dificultades que parece que había” para que los responsables de la Generalitat Valenciana “entendieran la gravedad de lo que estaba pasando”.
Ribera se ha mostrado, en este sentido, preocupada por “hasta qué punto una alerta tan grave alguien puede considerar que no es relevante o que puede esperar”, o bien por el hecho de que “hay quien reacciona correctamente” -ha recordado que centros educativos, por ejemplo, decidieron suspender las clases- “y hay quien no”.
Por eso ha opinado que habrá que “aprender lecciones” de lo que ha pasado y mirar de qué manera se puede “fortalecer” la capacidad de comunicación automática.