El Carnaval de Totana, en Murcia, ha generado gran controversia después de que una de las comparsas decidiera representar una escena humorística sobre la detención del expresidente catalán Carles Puigdemont. En los vídeos que circulan por las redes sociales se ve a un hombre disfrazado de Puigdemont, con peluca negra y una corbata con la senyera, intentando huir de la policía, mientras un grupo de personas disfrazadas de agentes de los Mossos d’Esquadra, todas simulando mujeres vestidas con minifaldas y pelucas, intentan detenerlo. Finalmente, dos hombres disfrazados de policías acaban encerrándolo en una jaula. Los participantes recrearon un escenario que parecía un discurso político, con senyeras y un atril, y acabaron con la representación de la detención del imitador de Puigdemont.
La carroza, decorada con una gran imagen del presidente perseguido y con un cartel de “Se busca”, fue acompañada de una música cómica de persecución. Esta representación ha levantado una gran indignación en las redes sociales. Muchos usuarios consideran que la actuación contiene elementos “catalanófobos” y “machistas”, ya que las agentes de los Mossos, representadas como mujeres, son mostradas como incapaces de capturar al personaje de Puigdemont. La combinación de la crítica política y el humor, junto con la música, ha sido vista por algunas personas como una falta de respeto hacia el presidente en el exilio y en el cuerpo de policía catalán.
Unas representaciones que también tienen cabida en Cataluña
No obstante, también hay quien defiende la “libertad de expresión” y la tradición carnavalesca, considerando que estas representaciones forman parte del humor popular y de las costumbres locales.
De hecho, en Cataluña también se hacen representaciones similares. En este último Carnaval, una comparsa de Torredembarra recreó una situación similar representando a la comisaría nueva de Torredembarra, la rueda de prensa del expresidente en el Arc de Triomf, y todo el evento giraba en torno a la búsqueda de Puigdemont, representado por un miembro de la comparsa. Además, todos los miembros de la carroza iban vestidos de Mossos, y en la parte posterior del disfraz ponía Ilusos d’Esquadra. En otros lugares como Tarragona, por ejemplo, se han hecho otras representaciones con personajes políticos y militares.
El debate sobre esta representación refleja la tensión entre la libertad de expresión y los límites del humor. Mientras que para algunos se trata de una tradición carnavalesca que permite la crítica política y social, para otros puede resultar ofensiva, especialmente cuando se trata de cuestiones tan delicadas como la situación de Carles Puigdemont y la percepción de ciertos colectivos. Esta situación pone en evidencia las diferentes sensibilidades y las diversas formas de entender el humor en función de las ideologías políticas y las realidades sociales de cada lugar.