domingo, 27 de abril de 2025
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Descubren una nueva especie de mosca, una “maestra del disfraz”

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Larva de mosca blava trobada en un termiter

Un estudio internacional liderado por el Instituto de Biología Evolutiva (IBE), con la participación del Instituto Botánico de Barcelona (IBB), ha descubierto una especie de mosca azul cuyas larvas llegan a formar parte de las colonias de los térmidos recolectores.

El hallazgo tuvo lugar en la cordillera del Anti-Atlas, al sur de Marruecos, y revela unas adaptaciones morfológicas y químicas únicas. En concreto, encontraron que en la parte posterior de su cuerpo, la larva muestra una ‘máscara de térmido’, una cabeza no funcional con antenas y palpos del tamaño de un gran térmido recolector. Además, tiene dos ojos falsos, que en realidad son los oficios respiratorios de la larva.

El hallazgo fue casual cuando los investigadores encontraron un termitero con tres larvas de mosca que no habían visto nunca, según el investigador del IBE que ha liderado el estudio, Roger Vila.

Las larvas presentan también inusuales “tentáculos” alrededor del cuerpo que imitan las antenas de los térmidos con gran detalle, algo que el equipo ha podido mostrar mediante microscopia electrónica de barrido. Los numerosos tentáculos que rodean el cuerpo de las larvas facilitan la comunicación simultánea con varios térmidos.

Dentro del nido todo está a oscuras, por lo que los térmidos se reconocen entre ellos a través de las antenas, con las que detectan la forma y el olor de sus hermanas. Todos los miembros del nido comparten este aroma, y los tibios soldados atacan y descuartizan a cualquier intriso de otra colonia. Las larvas de esta mosca, sin embargo, también han conseguido imitar el olor distintivo de sus huéspedes, apunta la investigación.

De hecho, los investigadores cuantificaron la composición química de las larvas y encontraron que no se podían distinguir de los térmidos de la colonia donde viven, ya que hacían el mismo olor. Además, las larvas y térmidos de cada colonia tienen ligeras diferencias en su perfil químico que las diferencian de los otros termiteros. Este olor es clave para relacionarse con los tibios y beneficiarse de su vida en comunidad, es un disfraz químico, explica el investigador.

Cuando el equipo encontró las larvas en Marruecos, éstas ocupaban las cámaras de comida del termitero. Una vez en el laboratorio, pudieron observar que las larvas de mosca solían situarse en las zonas más pobladas del nido, donde recibían atención constante por parte de los titiriteros, que las limpiaban con sus piezas bucales.

Aunque el equipo no logró revelar su dieta, pudo observar comportamientos similares a la trofalaxis: los térmidos parecían transmitirles alimentos boca a boca en las larvas. “La larva no solo es tolerada, sino que se comunica constantemente con los térmidos por contacto con sus tentáculos parecidos a antenas e incluso parecen alimentarla, aunque eso todavía no se ha podido demostrar”, apunta Vila.

Las larvas estudiadas acabaron muriendo sin alcanzar la metamorfosis, por lo que podría haber elementos del nido y de la relación simbiótica entre térmidos y moscas que los investigadores no lograron trasladar al laboratorio. Y es que el equipo destaca la dificultad de cuidar estos insectos en el laboratorio, ya que implica mantener colonias de térmidos oriundos del desierto, que viven en condiciones muy especiales. Así, su alimentación se desconoce todavía y su forma adulta sigue siendo un misterio, dice Vila.

 

Salto evolutivo

La relación entre las larvas de mosca azul y los térmidos parece una forma de parasitismo social o de simbiosis. El caso más parecido se encuentra en las moscas gemelas. Sin embargo, en las moscas gemidas son los adultos, y no las larvas, los que imitan los témp¡ojos, representando un caso de evolución independiente de termitofilia —relación con térmidos.

“El ancestro común entre las moscas azules y las gemelas se remonta a más de 150 millones de años atrás, mucho más de lo que separa a los seres humanos de los ratones. Por lo tanto, podemos afirmar que hemos descubierto un nuevo caso de evolución de integración social”, explica Vila.

El equipo ha demostrado mediante estudios filogenómicos que la mosca descubierta pertenece al género Rhyncomya. Dado que ninguna de las especies conocidas de este género comparte el modo inusual de vida o la increíble morfología de la mosca descubierta, el estudio apunta que la nueva especie debe haber evolucionado muy rápidamente.

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