Tarragona cuenta con un séquito popular envidiable, gracias a su extenso bestiario y a un gran número de bailes recuperado a lo largo de estos años.
Este patrimonio festivo, sin embargo, se ha tenido que construir progresivamente, tras el impulso que recibió el séquito en la década de los 80.
Debemos remontarnos a ese momento para encontrar la entrada del Esbart Dansaire de Tarragona en los bailes de fiesta mayor y su implicación con Santa Tecla. “Eran principalmente gente de Tarragona que quería salir en unas fiestas que empezaban a hacerse grandes”, explica la Cristina Sabaté, miembro del Ball de Gitanes.
Desde el Esbart, buscaron qué bailes podían recuperar y el primero que eligieron en 1985 fue precisamente el Ball de Gitanes.
Sus orígenes se remontan a la fiesta del árbol de mayo, una celebración que se hacía en primavera para pedir que hubiera buenas cosechas.
En ella, se plantaba un árbol en el centro de la plaza pública alrededor del cual se hacía un ritual.
Por este motivo, el palo del Ball de Gitanes simula un árbol con flores.
En Tarragona, las referencias históricas del baile datan del período entre 1577 y 1877, cuando sale con una enorme continuidad.
En los primeros 10 años de su recuperación, salían con ropa de recreo.
Es entonces cuando se eligió la indumentaria que les ha acompañado hasta hoy y que es ligeramente diferente a la de otros bailes de Cataluña.
Mientras que en otros lugares se ven más faldas y cotillas, las chicas del baile de Tarragona van con unos vestidos enteros y de colores vivos que representan las flores.
Por el contrario, el traje de los chicos sí es más similar al resto.
30 años después de estrenarlo y con motivo de su cuadragésimo aniversario, renovarán los tejidos sin modificar su diseño.
Como si se tratara de un bebé, el Baile de Gitanes se hizo grande y aprendió a hablar.
Concretamente, a recitar los parlamentos.
Tres años después de su recuperación, apostaron por el baile hablado.
Aquella primera presentación de 1988 -obra de Salvador Fa, M. del Claustro Fa y Josep Lluís Peñalver- estaba inspirada en el baile de Vilafranca.
La estructura se ha mantenido hasta ahora, pero mejorando el contenido y la representación.
Además, con el fin de hacer meter a todos los miembros del baile, han añadido pareja a los personajes que no tenían.
Su proceso de elaboración es similar al del resto de bailes hablados de la fiesta.
A finales de junio se reúnen para hacer un repaso de lo ocurrido y es un grupo de cuatro o cinco personas los encargados de poner hilo a la aguja.
En este periplo, los temas siempre son un debate.
De hecho, reconocen que alguna vez han tirado atrás alguna temática por desconocimiento de cómo la crítica podría atajarlo.
Sin embargo, siempre intentan subrayar el tono bromista durante las actuaciones, para evitar de esta manera que alguien del público no se lo tome demasiado a la valiente.
El baile durante el séquito y sus parlamentos parecen dos mundos aparte, pero no es así. “No podríamos hacer una cosa sin la otra, cohesiona mucho el grupo”, afirma Cristina.
La Neus Rabascall, también miembro de Gitanes, explica que ella ha formado parte del Baile de Cossis y allí no echaba en falta el rol de los parlamentos.
En cambio, para Gitanes es muy importante, ya que “empiezas a reunirte tan pronto que te acaba uniendo mucho”.
Además, según Cristina los bailes hablados van también muy ligados con la actitud del propio baile. “Se habla de temas de la fiesta con un poco de gresca”, remarca.
Es seguramente la “gresca” una de las palabras más adecuadas para definir este baile durante el séquito, donde siempre se hacen notar.
“Al final, intentas hacer fiesta todo el rato. Estar saltando, bailando cualquier música e interactuando con el público“, define la Nieves.
“Se trata de involucrar a la gente.
El séquito es muy largo y la gente hace muchas horas que espera.
Por eso, tenemos el baile preparado para involucrar al público y hacer que participen“, afirma Cristina.
Esta misma actitud la han querido inculcar en su versión pequeña, que este año hace un cuarto de siglo saliendo por Santa Tecla.
El Ball de Gitanes Petit se confeccionó en el año 2000 y en su primera puesta en escena “fue un desastre”, bromea la Neus.
Cristina era una de las niñas que formaba parte de aquel experimento, pero no lo recuerda mucho porque solo tenía cinco años.
Con todo, le han explicado cómo fue aquel primer baile.
“La mayoría de los miembros de ahora tienen unos ocho años, pero nosotros teníamos todos alrededor de los seis y eso se nota.
Hay que hacer una trenza y, si se equivoca alguien, tienes que parar. En la presentación que hicimos en el patio Jaume I algo no hicimos bien y se acabó haciendo un nudo“, describe quitándole hierro al asunto.
De todas maneras, a la hora de la verdad, cuando tocaba salir al séquito, lo clavaron.
Como ocurre con la mayoría de los miembros del séquito, la otra cara de la moneda de las versiones infantiles es la transición.
Una vez que los niños y niñas acaban la primaria deben dejar el baile y no pueden pasar a lo grande hasta los 18, siempre que haya alguna plaza libre.
Cristina menciona que, a pesar de no tener una presencia fija, cuando tienen salidas fuera de la ciudad “intentamos coger gente que está jubilada del baile pequeño para que vengan”.
Esta situación fue precisamente el origen de uno de los bailes del Esbart: el Ball de Cossis.
En un primer momento, estaba pensado para la gente que se había quedado sin baile y para ser una etapa de transición.
De hecho, la Neus fue una de esas que pasó primero por Cossis y, cuando tuvo la oportunidad, volvió a Gitanes.
En todo caso, Cossis ha acabado consoltiéndose como un baile más y ya no desarrolla esta función.
En cambio, el caso de Cristina es bien diferente.
Hace unos 15 años, quienes habían iniciado el baile comenzaron a hacerse grandes y se quería apostar por un cambio. El problema era que, si se hacía de manera brusca, Gitanes quedaría “desmontado”.
Según la Neus, para plasmar esta actitud tan característica, “debe haber vínculo y debe haber grupo”.
Por ello, apostaron por un grupo de cinco o seis personas que habían pasado por Gitanetes -donde se encontraba la Cristina- y las subieron en bloque.
De esta manera, el carácter coral se mantenía vivo.
Una buena muestra de que la decisión fue acertada es el actual Ball de Gitanes, conformado en parte por aquel núcleo que tuvo que crecer de manera precipitada.
Un sentimiento grupal que han generado los bailadores y bailaoras para seguir siendo la gresca de la fiesta.
Cuando hablamos de momentos memorables, la Nieves y la Cristina piensan automáticamente en la lluvia de Santa Tecla.
Desde la espera durante toda la noche dentro del Esbart para ver si el alma de la patrona hacía amainar la brutal tormenta de 2022 hasta los momentos en que todos los participantes del séquito esperan dentro del Ayuntamiento para ver si pueden salir.
“Es muy bonito porque vas a ver a otras bestias dentro del consistorio y acabas bailando otros bailes”, explican.
Pero si una de las historias se lleva la palma es la de las gitanas cantores.
En 2019 después de que la lluvia hiciera que muchos músicos tuvieran que resguardarse, fueron los propios miembros de Gitanes quienes, a pleno pulmón, cantaron la música de Cossis para que sus compañeros bailaran en la plaza de las Coles.
La rábana de Montclar (Segrià) continúa este domingo con unos 150 vehículos y unas 400 personas en la zona. La…
Cinco personas han sido arrestadas la noche del viernes al sábado durante un dispositivo policial en tres establecimientos de ocio…
Familias migrantes han denunciado que la Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) les ha quitado…
El presidente de la Generalitat, Salvador Illa, comienza este lunes un viaje institucional a Japón y a Corea del Sur.…
Una mujer de 64 años ha fallecido y varias personas han resultado heridas este sábado por la noche en un…
Salou se convirtió este pasado viernes por la noche en el epicentro de la gastronomía catalana con la inauguración oficial…
Esta web utiliza cookies.