Tarragona

El Hospital Juan XXIII visita a 600 pacientes con epilepsia al año

Hoy lunes 10 de febrero, se celebra el Día Internacional de la Epilepsia, por iniciativa de la Oficina Internacional para la Epilepsia y de la Liga Internacional contra la Epilepsia. La jornada pretende aumentar la visibilidad de la enfermedad y mejorar la calidad de vida de las personas que la padecen y sus familias. Por ello, es fundamental concienciar a la población del impacto que supone la epilepsia para las personas afectadas y su entorno, garantizar el acceso a un diagnóstico y tratamientos adecuados, y promover la investigación.

Desde hace cinco años, el Hospital Universitario Juan XXIII dispone de una consulta monográfica de epilepsia, tres días a la semana, con los especialistas del Servicio de Neurología Ángela Monterde, Johan Villarreal y Lidia Lara. Se visitan unos 600 pacientes al año, aproximadamente, aunque “probablemente hay personas no diagnosticadas porque hay crisis epilépticas difíciles de diagnosticar; no todas las crisis son como se ven en las películas“, afirma el Dr. Villarreal.

La epilepsia forma parte de un grupo de enfermedades que afectan al sistema nervioso central y la manifestación clínica habitual son las crisis epilépticas, fruto de una actividad eléctrica anormal de las neuronas en la corteza cerebral. Aproximadamente un 70 % se controlan bien con los fármacos antiepilépticos. Esta patología afecta a individuos de todas las edades, aunque “es mayor la incidencia en los primeros años de vida y en la tercera edad“, explica el especialista, Dra. Álvarez. Monterde.

Causas y manifestación de la epilepsia

La epilepsia se manifiesta habitualmente con crisis epilépticas espontáneas. La clínica es muy variable, desde pérdida de conciencia con convulsiones (la más conocida y peligrosa) hasta síntomas motores, sensitivos, visuales o psíquicos sin alteración del nivel de conciencia. La duración aproximada es de entre 1 y 5 minutos.

Se puede producir por causas genéticas, por causas estructurales como una lesión en el cerebro provocada por un traumatismo, un ictus, un tumor, una infección, etc.”, explica Ángela Monterde, o, en algunos casos, por causas desconocidas que suelen ser lesiones estructurales microscópicas.

Las crisis generalizadas pueden manifestarse de diferentes maneras:

Crisis de ausencia: se caracterizan por episodios de mirada fija o movimientos sutiles como parpadeo o espejismo de labios y, en general, pérdida de conocimiento de breve duración.

Crisis tónicas: generalmente causan rigidez muscular y pueden provocar caídas.

Crisis atónicas: causan una pérdida de control muscular llegando a provocar un colapso repentino o caídas.

Crisis clónicas: se manifiestan en forma de movimientos musculares espasmódicos repetitivos o rítmicos.

Crisis mioclónicas: de forma similar a las clónicas, se manifiestan en forma de movimientos espasmódicos breves y/o sacudidas musculares generalmente de brazos y piernas.

Crisis tonicoclónicas: son las crisis más intensas, pueden causar una pérdida abrupta de conocimiento, rigidez y sacudidas corporales. En algunas ocasiones, causan alteraciones en el control de vejiga y/o mordedura en la lengua.

En general, el 70 % de las personas con diagnóstico de epilepsia están bien controladas. No obstante, este porcentaje dependerá del tipo de epilepsia. Los neurólogos especialistas del Hospital Juan XXIII explican que se puede trabajar la prevención para las crisis provocadas por causas secundarias, pero no para las causas genéticas. Los pacientes pueden minimizar las crisis con estilos de vida saludables, durmiendo bien, no consumiendo tóxicos ni drogas, tomando bien la medicación, controlando el estrés, etc.

Los especialistas explican qué hay que hacer cuando se produce una crisis: mantener la calma, ya que una vez iniciada la crisis, en el ambiente extrahospitalario es difícil detener la, alejar a los observadores y retirar los objetos peligrosos del área, proteger a la persona para que no se haga daño y, con cuidado, poner a la persona de lado, mirar con un reloj la duración de la crisis convulsiva y, si dura más de cinco minutos, llamar al 112. Cuando la crisis acabe, acompañar a la persona hasta que esté recuperada.

Cosas que no se deben hacer: no forzar a la persona para que abra la boca ni poner nada dentro, no trasladar a la persona a otro lugar, no intentar detener las convulsiones, no intentar despertar a la persona, no llamarla ni sacudirla, no darle agua, alimentos ni medicación por vía oral mientras dure la crisis.

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Ariadna Redacció Samarra

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