Este martes se han realizado las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU), que tienen con los nervios en el cuerpo a 42.500 alumnos catalanes. En la demarcación, habrá hasta 4.035 estudiantes en las aulas de todo el territorio. De ellos, 3.685 son estudiantes de bachillerato y 350 provienen de ciclos formativos. La cifra supone un incremento de 140 personas respecto a 2023. “Cada año estamos subiendo entre 100 y 150 por el aumento demográfico que hubo entre 2002 y 2008. En 2026 llegaremos a la cota máxima de 4.500 y después vendrá una bajada fuerte”, argumenta Antoni Garcia, coordinador de las PAU en la extranet.
Las pruebas serán los días 4, 5 y 6 de junio, y se harán en ocho tribunales a Tarragona (Campus Cataluña, Campus Sescelades y Complejo Educativo de Tarragona), cuatro en Reus (Facultad de Economía y Empresa, IES Baix Camp, IES Gabriel Ferrater e IES Roseta Mauri), dos en Vila-seca (IES Ramon Barbat i Miracle y Facultad de Turismo y Geografía), dos en Valls (IES Narcís Oller e IES Jaume Huguet), uno en Cambrils (IES Cambrils), tres en Tortosa (Campus Terres de l’Ebre, IES Dertosa (antiguo Joaquim Bau) e IES Cristòfol Despuig), uno en Móra d’Ebre (IES Julio Antonio), y uno en Amposta (IES Ramon Berenguer IV). Se mantienen las tres franjas diarias de 9, 12 y 15 horas. El Baix Penedès no tendrá ningún aula habilitada porque actualmente no les hace falta y están repartidos entre Tarragona y Reus.
Antoni Garcia remarca que en las primeras horas de las PAU no ha habido ningún tipo de incidencia. Sin embargo, bromea con los nervios de algunos estudiantes. “Siempre hay gente que no encuentra la clase y que parece que no sepa el abecedario. Es frecuente, supongo que por los nervios”, afirma.
A la salida, la mayoría de los alumnos eran optimistas con su primer examen, el de castellano. “Ha sido más fácil de lo que esperaba. Al comienzo estaba nervioso porque nos han tenido media hora esperando mientras revisaban la documentación, pero todo ha acabado bien”, explica el Rodrigo, estudiante de la Riera de Gaià. Por su parte, la Camila, del Sagrat Cor de Tarragona, también cree que el examen era más fácil de lo esperado. “En la escuela la profe era muy cañera y los hacía más difíciles”, afirma. En la misma línea se muestra el Guillem, que cree que la única parte un poco complicada era la de gramática. Todos ellos están confiados en poder entrar en las carreras que quieren acceder.
Durante estas pruebas los profesores estarán atentos a que ningún estudiante copie. Antoni Garcia explica que cuentan con un aparato para detectar los pinganillos, pero que los alumnos siguen empleando métodos más rudimentarios. “Siguen escribiendo en las piernas, en las calculadoras y en los diccionarios de latín y griego. Detectamos muchas”, señala.
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