Por otra parte, los organizadores del Carnaval, liderados por la Cofradia La Mascarada, se han defendido indicando que el Carnaval es un espacio para la irreverencia y la transgresión, y que el objetivo de esta imagen es, precisamente, provocar y desafiar las convenciones sociales, como se espera en una fiesta como esta. Mingo Ferrán, miembro de la comparsa, ha asegurado en Antena 3 que “el Carnaval de Terrassa siempre ha sido un reflejo de la diversión y la libertad de expresión”, y añade que la elección del cartel se hizo mediante una votación pública, donde esta imagen fue la más votada entre las 11 propuestas presentadas.
A pesar de las críticas, el autor del cartel, que ha preferido mantener su anonimato, ha explicado que su intención nunca fue ofender a nadie. En cambio, considera que el Carnaval es un espacio para la diversión y la reflexión, y que su obra sólo pretende aportar una visión diferente y provocadora.
Pero la polémica no ha quedado limitada a los ámbitos religiosos. Algunos vecinos de Terrassa, en conversaciones espontáneas por la calle, se han mostrado a favor de la irreverencia del cartel, asegurando que “en el Carnaval todo se vale” y que la intención de la imagen es hacer reír y escandalizar de manera lúdica. Sin embargo, otros han expresado su rechazo por considerar que la representación de un obispo en esta posición es indignante y despectiva, tal y como informa también Antena 3.
El debate sobre el cartel ha abierto una conversación más amplia sobre los límites de la libertad de expresión en una fiesta popular, donde la provocación y la sátira son elementos esenciales. Así, mientras unos celebran el espíritu irreverente del Carnaval, otros llaman a un respeto más profundo por las creencias religiosas. La fiesta, sin embargo, comenzará el 27 de febrero y se prolongará hasta el 5 de marzo, una cita que seguirá teniendo lugar en medio de la polémica generada por este cartel tan provocador.