La Audiencia de Barcelona tiene previsto juzgar desde este lunes a Angela Dobrowolski por intentar asesinar en junio de 2020 a su exmarido, el productor televisivo y exmiembro de la Trinca, Josep Maria Mainat. La fiscalía le pide 16 años de prisión por supuestamente haberle inyectado, habiendo estudiado medicina y sabiendo que es diabético, una sustancia que le provocó un coma, del que se pudo recuperar. El motivo de la mujer sería matarlo antes de que se divorciaran para poder heredar parte del patrimonio del excantante. El conflicto ha tenido varias derivadas con denuncias cruzadas y varias detenciones, condenas y el encarcelamiento de Dobrowolski por otros hechos contra Mainat y contra otras personas.
Para este lunes se prevé la declaración de Mainat y de su hijo mayor, Pol Mainat. Para el martes están previstas las declaraciones de seis testigos y dos mossos d’esquadra, y para el miércoles se prevé la finalización del juicio con la declaración de la acusada. La sala ha reservado también jueves y viernes por si se alarga alguna declaración. En el juicio se analizarán los dispositivos electrónicos de los implicados, las cámaras de seguridad de la vivienda, donde se ve a Dobrowolski yendo a la cocina varias veces, y la grabación de la llamada que hizo al teléfono de emergencias 112. También habrá informes periciales sobre el estado de salud de Mainat y sobre los efectos del medicamento que le inyectó su ex mujer.
El ministerio público considera probado que, en el marco del proceso de divorcio, la mujer supo que si él moría mientras estaban casados seguiría siendo una de las herejes de su patrimonio, por lo que ideó un plan para matarlo inyentándole insulina y provocándole un coma diabético. Según el fiscal, esta información la obtuvo accediendo al ordenador de Mainat y leyendo sin su permiso los correos electrónicos sobre la separación que el cantante y empresario intercambiaba con sus abogados. Por este motivo también le pide 3 años de prisión por descubrimiento y revelación de secretos.
Dobrowolski y Mainat se casaron en diciembre de 2011 y comparten dos hijos fruto de la relación. A principios de enero de 2020, fruto de las “desavenencias conyugales y el deterioro progresivo de la relación matrimonial”, la mujer abandonó el domicilio que compartía la familia en Barcelona. Siguió yendo y a veces se quedaba a dormir, sobre todo los fines de semana, para mantener el contacto con los hijos. Cuatro meses más tarde, a mediados de mayo de 2020, Mainat le comunicó la voluntad de divorciarse y el inicio del proceso judicial.
Según la fiscalía, “con la finalidad de averiguar las concretas pretensiones y detalles de la demanda”, la mujer accedió durante ese mes al ordenador familiar y al correo electrónico de Mainat sin su permiso para revisar mensajes en los que él discutía con sus abogados los extremos del divorcio. Pudo acceder a documentos, medidas que solicitaría Mainat, la situación patrimonial y el testamento, que reenvió a una cuenta personal.
Fue así, afirma el ministerio público, como descubrió que si Mainat moría mientras todavía estaban casados, se convertiría en una de las herederas de su “muy notable patrimonio”. También recordó que la compensación económica de Mainat a Dobrowolski sería muy inferior si se divorciaban antes de los 10 años del matrimonio, periodo que aún no había transcurrido.
“Ante esta situación, las discusiones y peleas frecuentes (incluidas agresiones físicas contra su esposo, objeto de otros procedimientos), y los problemas que, en este contexto, tenía para obtener los ingresos económicos que requería y Mainat ya no estaba dispuesto a proporcionarle, la procesada decidió acabar con la vida de su esposo antes de que interpusiera la demanda judicial de separación o divorcio”, dijo. afirma el escrito de acusación de la fiscalía.
Así, explica que la madrugada del 22 al 23 de junio de 2020, tras una fuerte discusión, “ejecutó el plan que había ideado”. La mujer tenía que dormir en otra habitación o con los hijos. Las cámaras de vigilancia instaladas en la vivienda grabaron cómo la mujer entraba hasta 13 veces en el dormitorio de Mainat y cómo se escondía detrás de la puerta del frigorífico para manipular algo.
Sabiendo “perfectamente” que el hombre padecía diabetes mellitus de tipo 2, hacia las 2 de la madrugada despertó a Mainat, que dormía desde las 11 de la noche. Le dijo que le tenía que inyectar un medicamento para apretarse, que ella tomaba desde hacía tiempo. Mainat, semiinconsciente, para evitar una nueva discusión y poder seguir durmiendo, aceptó la inyección. Dobrowolski, que estaba en el último curso del grado de medicina, le inyectó “una mezcla de insulina de acción rápida y de acción retrasada, consciente de las previsibles consecuencias mortales derivadas de la inyección”. La mujer sabía que Mainat nunca se había tratado con insulina su enfermedad, porque estaba totalmente contraindicada, y, además, mientras dormía no se podía dar cuenta de los síntomas de hipoglucemia y por lo tanto no podría reaccionar.
A partir de ese momento “la procesada controló, con un glucómetro, el nivel de azúcar en sangre de su esposo, con la finalidad de calcular el momento en el que sería imposible prácticamente la recuperación de la hipoglucemia que le provocó”. La mujer midió el nivel de azúcar hasta cinco veces. Además, “plenamente consciente” por el resultado de las mediciones que “sufría ya una grave hipoglucemia, que requería urgente e inmediata asistencia, no hizo nada para revertir su estado hasta las 3.12 horas, momento en el que avisó a los servicios médicos de emergencia, con la finalidad exclusiva de encubrir su comportamiento e intentar eludir responsabilidades”. La telefonista del Sistema de Emergencias Médicas (SEM) pidió a la mujer que diera azúcar a su marido pero ella respondió que no la tenían, cosa que no era cierta.
Los servicios médicos llegaron a las 3.25 horas cuando Mainat ya estaba en coma. Le mediron el azúcar a las 3.35 y le dieron un producto para salvarle la vida. Lo llevaron al hospital, donde quedó ingresado hasta las 11 de la mañana. No sufrió más secuelas y no reclama indemnización alguna.
Aparte de los 13 años de prisión por el asesinato en grado de tentativa y de los 3 por descubrimiento y revelación de secretos, con la agravante de parentesco, la fiscalía también pide para Dobrowolski una multa de 6.000 euros y la prohibición de aproximarse o comunicarse con Mainat durante los ocho años posteriores a la pena de prisión.
Desde que se conoció la noticia del intento de asesinato en junio de 2020, la expareja ha sido noticia varias veces porque la mujer ha denunciada, detenida, condenada y encarcelada por varios delitos como comunicarse y entrar en la casa de Mainat sin permiso, intentar cobrar cheques falsos a su nombre, provocar una explosión en un edificio y robar en varias viviendas, entre otros.
En octubre de 2022 fue condenada a dos años y medio de prisión por cobrar 4.100 euros en cheques bancarios falsificados a nombre de él en agosto de 2020.
En marzo de 2023 fue detenida por haber hecho explotar el rellano de un bloque de pisos en el barrio de La Font de la Guatlla, en el distrito de Sants-Montjuïc de Barcelona. Los Mossos d’Esquadra y la Guardia Urbana localizaron una garrafa de agua de 5 litros parcialmente deshecha por la explosión y comprobaron cómo todo el rellano estaba lleno de un líquido transparente. La mujer había intimidado en otras ocasiones a los vecinos de uno de los pisos. Además, habría disparado con una pistola de balines en la ventana de este piso, habría participado en el lanzamiento de un líquido tóxico y habría roto los cristales de la puerta de la entrada del bloque.
En julio de 2023 ingresó en prisión por seis robos en casa habitada junto con otro hombre. En mayo pasado fue condenada a ocho meses de prisión por agredir a Mainat tirándole un objeto en 2019, hechos y pena que ella aceptó. Finalmente, en junio pasado los funcionarios de la prisión de Mujeres de Wad-Ras en Barcelona detectaron que Dobrowolski estaba haciendo un hueco en la malla de una reja aprovechando que tenía encomendada la tarea de limpieza en una escalera por donde se mueven mercancías. Había conseguido hacer un agujero todavía pequeño, por donde no hubiera podido pasar. La ventana, además, está a una altura de tres pisos contando uno de foso.
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