El desánimo se impone entre los vecinos de Paiporta: “Es una vergüenza, vivimos de la misericordia”

Antonio Casas ha perdido todos los muebles de su casa. Tiene las estancias prácticamente vacías y ya limpias, pero el rastro de la riada todavía es bien visible en las paredes de su hogar. “No tiraré la toalla, mi mujer y yo lo arreglaremos todo, a reparar y a vivir porque la vida continúa”, asegura. Con todo, lamenta que todavía no han recibido ninguna ayuda, aunque la solicitaron al “segundo día”. “No tengo ninguna noticia, no me han dado nada, ni una llamada, nada de nada”, comenta.

Justo delante de la casa de Antonio, vive Carlos. Él también sufrió daños en la planta baja. Se encuentra en situación de ERTE porque trabajaba en una inmobiliaria. Desde el minuto uno de la tragedia se ha volcado en limpiar y ayudar a sus vecinos. “Estoy cansado, resignado, desencantado, es lo que pensamos todos, que se dejen de discutir, hay gente que lo ha perdido todo”, reclama a las autoridades. “Es vergonzoso, estamos en España, Valencia, es insostenible, las ayudas no llegan, los peritos no pasan, nos es igual de quién es la culpa. Que se pongan las pilas y nos lleguen las ayudas”, insiste Carlos.

Este vecino, que ha abierto un canal por redes para recoger productos y alimentos, agradece la ola de solidaridad recibida y la labor de los voluntarios más jóvenes. Sin embargo, lamenta que cada vez hay menos personas ayudando: “Al principio había muchos voluntarios, pero ha pasado un mes y es normal”.

Comparte parecer, la Mari Luz, una joven de Madrid que es la tercera vez que hace de voluntaria en la zona. Ella explica que ha visto muchos de cambio respecto a la última vez que vivió. “El segundo fin de semana estaba prácticamente igual que el primero, ahora, está todo mejor, el barro ya está seco”, afirma. Sin embargo, señala que el polvo en suspensión no ha desaparecido.

De hecho, las calles del centro de Paiporta y de los alrededores del barranco de El Poio ya son transitables. Las máquinas excavadoras y los efectivos de la UME continúan trabajando para recuperar el aspecto que tenía la población antes de la catástrofe. En cambio, la imagen es bien diferente a las afueras, donde se acumulan los vehículos dañados en cementerios improvisados.