Thief stealing wallet from purse of a woman using mobile phone at the subway station. Pickpocketing at subway station
Los Mossos d’Esquadra han confirmado que cada día, de media, se roban o se hurtan unos 168 teléfonos móviles en Cataluña. Esta cifra, adelantada por El Periódico, es el resultado de un análisis de datos realizado desde enero hasta finales de septiembre de 2024. En total, este año se han robado o hurtado 40.067 teléfonos, incluyendo 8.167 robos con violencia, mientras que la mayoría de los hurtos han sido perpetrados por distracción.
Aunque los Mossos han constatado un descenso respecto a las cifras de 2023, cuando se registraron más de 67.000 robos, los datos siguen siendo alarmantes. En 2023 se alcanzó una media de 185 móviles robados cada día, cifra que cayó ligeramente este año, con una media diaria de 168. No obstante, las autoridades advierten que aún queda mucho camino por recorrer para erradicar este fenómeno.
Uno de los datos más destacados es el aumento de las detenciones relacionadas con el robo y el hurto de móviles. Durante 2023, los Mossos arrestaron a un total de 2.331 personas por robos y hurtos de móviles. En los primeros nueve meses de 2024, esta cifra ya ha llegado a 1.550 detenciones. De ellas, 771 fueron por robo con violencia, un aumento notable respecto al año anterior, mientras que 779 personas fueron arrestadas por hurtar móviles.
Otra cuestión importante es el destino de los móviles robados. Según las investigaciones policiales, la mayoría de estos terminales son trasladados al norte de África, en particular a Marruecos, donde son vendidos en basureros o por vendedores ambulantes. Las autoridades han señalado que muchos de los móviles sustraídos, especialmente aquellos con sistemas de localización como los iPhones, acaban en ciudades marroquíes como Rabat o Larraix, y son prácticamente imposibles de recuperar.
Además, las rutas de tráfico de móviles robados se han diversificado. En los últimos meses, los investigadores han descubierto que una parte de los móviles robados acaban en Asia, donde la demanda de piezas de repuesto es alta. Algunos de los terminales robados son enviados a través de paquetería a países asiáticos, donde los componentes se desmontan para ser vendidos como prendas de repuesto.
Para evitar ser localizados, muchos de los ladrones realizan a una estrategia bien conocida: apagan los dispositivos robados y los envuelven en papel de aluminio para evitar el rastreo a través del GPS u otras tecnologías de localización. Una vez “desactivado” el dispositivo, el móvil puede ser vendido a redes de receptación de segunda mano o incluso ser enviado a países donde el rastreo es casi imposible.
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