La segunda edición del plan de choque impulsado por el Ayuntamiento de Calafell ha conseguido sacar a 53 familias del círculo vicioso de la pobreza (el año pasado fueron 36). Son las familias que han logrado una inserción laboral plena, que les ha permitido normalizar su situación y empezar a caminar sin el apoyo de los servicios sociales.
Durante 2022, el plan ha atendido y acompañado a 222 personas, en una acción combinada de los servicios sociales y los de empleo del Ayuntamiento. 132 de estas personas son nuevas usuarias del plan. El resto corresponde al seguimiento del año anterior.
El retorno alcanzado, un 25% de casos finalizados con éxito, supera el de la primera edición. Y es alto para los baremos habituales de los servicios sociales. En buena parte, esto se debe a que el plan de choque ha puesto el foco en familias que tenían una oportunidad real de salir adelante con un empujón relativamente pequeño.
“Esta es la idea”, explica la teniente de alcalde de Igualdad y Derechos Sociales, Helena Rubio. La concejala añade: “Hemos priorizado unidades familiares que, a pesar de estar en riesgo o directamente en situación de exclusión social, podían conseguir un cambio de verdad en sus vidas”.
Rubio dice también: “El plan ha priorizado también a quien ha mostrado un compromiso auténtico y real para salir adelante. Y esto se ha notado en los resultados”.
La formación, herramienta clave
Una herramienta clave es la formación de las personas víctimas de la pobreza. En este sentido, se ha conseguido que varios usuarios del plan hayan continuado estudios que tenían parados, convalidar estudios antiguos o estudios realizados en otros países, o hayan iniciado estudios nuevos. Esto se ha completado con unas 800 tutorías de orientación laboral personalizadas, y una oferta formativa con 45 cursos, entre propios del Ayuntamiento y los de otros organismos, que han tenido 69 alumnos.
La motivación es fundamental para salir del círculo vicioso de la pobreza. Y por eso “convalidar o seguir estudios es básico. También hacer voluntariado y conseguir una red social”, explica la teniente de alcalde de Igualdad y Derechos Sociales, Helena Rubio.
Otro instrumento ha sido un programa para mejorar las habilidades sociales, las competencias familiares y la cohesión familiar. “Ir haciendo vida normal, y acceder a aquello que está al alcance de las personas que no son vulnerables es una ayuda de primera para reencontrar el mismo camino”, dice Rubio.
La concejala añade: “A veces es tan sencillo como que los pequeños de la familia puedan hacer actividades extraescolares”. Y en este terreno se ha vuelto a contar con la colaboración de la escuela Camp Joliu, que ha becado a 10 niños para que hagan actividades deportivas y de ocio. También ha becado, con el 50% de la matrícula, a personas mayores para realizar estudios superiores.
Un cambio también en los servicios sociales
Helena Rubio explica que este plan de choque también implica un cambio importante en los servicios sociales. “Queremos ir más allá de dar ayudas a quien las necesite, porque los servicios sociales no deben ser una mera gestoría de subvenciones, sino un instrumento para revertir la pobreza y la exclusión social”, dice. Y destaca que “hacer que las familias se impliquen en la solución rompe la idea de que las ayudas y subvenciones sean una forma de vida”.
Añade: “La pobreza es algo más que un problema económico. Pero el gasto público reactivo sube, mientras baja el proactivo y preventivo. Esto ha creado círculos viciosos, que estigmatizan y cronifican las situaciones de exclusión social, que, sin embargo, podemos revertir adelantándonos a ellas”.