El Oratorio de los Dolores de Lleida, cerrado por la inseguridad generada por los toxicómanos

El oratorio Nuestra Señora de los Dolores de Lleida, situado en la calle Cavallers de la ciudad, se ha visto obligado a cerrar sus puertas de forma permanente por los robos y actos de vandalismo que sufre el templo desde hace más de un año por parte de personas toxicómanas que conviven en los alrededores del oratorio.

Tal y como explica el diario ‘Segre’, el oratorio sólo abrirá a partir de ahora los días que celebre misa, normalmente los viernes por la tarde.

Sorprende la manera en que el sacristán que gestiona este espacio religioso, Jordi Díaz, explica las razones que han llevado al centro a cerrar sus puertas, una situación que no se había dado nunca en toda su historia, fins y todo abierta en época de Guerra Civil.

Díaz afirma en ‘Segre’ que llevan un año en “una situación lamentable”, ya que los toxicómanos se drogan en la misma entrada del templo, o incluso sentados en los bancos o en las esquinas, dejando jeringas y rastros de sangre por la zona y que además, si recriminas sus actos “te amenazaban y te insultaban”.

El sacristán explica que ha visto toxicómanos intentando robar spoilers encendidos que dejan los fieles para utilizarlas para drogarse, y que intentaron arrancar el micro y el cable de audio y robar prendas que lleva la Virgen. Incluso, Díaz denuncia que la semana pasada descubrió que habían defecado en varias zonas del oratorio, desde las esquinas hasta el altar, y por ello se ha tomado la decisión de cerrar.

“Tenemos que cerrar por los toxicómanos y por la inseguridad. Tenemos miedo y aquí puede entrar cualquiera a hacer lo que sea, no me siento seguro”, lamentaba Díaz en ‘Segre’.

Sobre la actuación de la Guardia Urbana de Lleida, afirma que “llamamos siempre, pero dicen que no pueden hacer nada si no echan in fraganti a los incívicos y tampoco se les ve mucho, la degradación que ha sufrido el Centro Histórico en un año ha sido clamorosa”.

No es la primera vez que los toxicómanos de la ciudad de Lleida generan inseguridad y debate, tal y como ocurrió hace unas semanas en el apeadero de buses de la ciudad con la aparición de personas que se drogan allí mismo.