lunes, 17 de febrero de 2025
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El frío y el calor facilitan la presencia de ansiedad, depresión y problemas de atención a los jóvenes

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La exposición al frío y al calor podría afectar a la salud mental de los adolescentes, según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). La investigación, realizada con casi 5.000 adolescentes de los Países Bajos (3.934) y el Estado español (885), algunos de ellos de Sabadell, destaca cómo la exposición a temperaturas ambientales influye en síntomas psiquiátricos como la ansiedad, la depresión y los problemas de atención. Los resultados se han publicado recientemente en ‘JAMA Network Open’.

El estudio analizó datos de dos grandes cohortes de nacimiento europeas: el estudio Generation R en Rotterdam, Países Bajos, y el Proyecto INMA en España (Guipúzcoa, Sabadell y Valencia). Los investigadores evaluaron las temperaturas ambientales diarias en los hogares de los participantes durante tres periodos de tiempo diferentes, hasta dos meses antes de evaluar los síntomas psiquiátricos. Estos síntomas, que incluyeron problemas de interiorización (relacionados, por ejemplo, con la ansiedad y la depresión), problemas de exteriorización (comportamiento agresivo e incumplimiento de las normas) y problemas de atención, se evaluaron mediante un cuestionario estandarizado rellenado por las madres de los adolescentes.

El análisis de los datos mostró que, en la cohorte neerlandesa, la exposición al frío se asociaba a un aumento de los problemas de interiorización, como la ansiedad y los síntomas depresivos. Por ejemplo, una exposición acumulativa de dos meses a temperaturas en torno a los 5,5 grados conllevaba un aumento significativo de las puntuaciones relativas a estos problemas.

Por otro lado, los resultados de la cohorte española mostraron que la exposición al calor se relacionaba con un aumento de los problemas de atención. Los adolescentes expuestos a una temperatura media de 21,7 grados durante dos meses obtuvieron puntuaciones significativamente más altas en esta área.

Estos resultados sugieren que la salud mental de los adolescentes puede verse afectada por cambios moderados de temperatura, con efectos diversos según si las regiones son más frías o más cálidas.

“El hecho de no detectar ninguna asociación con el frío en los adolescentes de España ni con el calor en los de los Países Bajos podría indicar que es necesaria una exposición prolongada a temperaturas extremas para evidenciar estos efectos”, explica Mónica Guxens, profesora de investigación ICREA en ISGlobal y autora principal del estudio.

Un problema de salud pública que va en aumento

Los síntomas psiquiátricos, como la ansiedad, la depresión y los problemas de atención, afectan auno de cada siete adolescentes de entre 10 y 19 años en todo el mundo. El cambio climático, con el consiguiente incremento de temperaturas extremas, puede exacerbar estos trastornos, sobre todo en poblaciones vulnerables como los adolescentes.

La exposición al frío puede desencadenar “respuestas termorreguladoras”, como la vasoconstricción (estrechamente de los vasos sanguíneos), que puede alterar la temperatura corporal normal y la función cerebral, provocando problemas de interiorización.

La exposición al calor puede aumentar las hormonas del estrés (cortisol) y los marcadores de inflamación, a la vez que dificulta la refrigeración y la oxigenación del cerebro. Esto puede afectar a la concentración y contribuir a los problemas de atención o irritabilidad. Las altas temperaturas nocturnas también pueden interferir en el sueño, lo que empeora aún más los problemas de atención.

Finalmente, tanto el frío como el calor pueden causar malestar físico, que afecta negativamente al estado de ánimo y al bienestar emocional, contribuyendo a los síntomas psiquiátricos.

“Se necesita más investigación en entornos climáticos variados para esclarecer cómo las variaciones de temperatura pueden influir en la salud mental”, añade Esmée Essers, investigadora de ISGlobal y autora principal del estudio.

“Entender cómo los factores climáticos afectan a la salud mental ayuda a crear estrategias para proteger a los grupos vulnerables, especialmente a los adolescentes”, concluye Guxens. “Considerar la salud mental en las políticas de acción climática podría mejorar estas iniciativas”, remacha.

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