Cataluña

Las mujeres sin hogar alzan la voz: 6 de cada 10 asegura haber sufrido violencia sexual

Aeropuertos, estaciones de tren, hospitales o cerca de comisarías. Son algunos de los lugares en los que las mujeres sin hogar buscan “resguardo” ante el miedo a ser agredidas, un hecho que, al mismo tiempo, las invisibiliza. “Sufrimos muchas agresiones, especialmente cuando estamos en la calle”, dice la Verónica, que se encontraba hasta hace poco en situación de sinhogarismo, hasta que recientemente ha accedido a un piso gestionado por la entidad ASSÍS. Nunca pensó que vivir en la calle fuera una opción y optó por dormir en el aeropuerto porque para las mujeres es “indispensable buscar resguardo”. Siete de cada 10 mujeres sin hogar dice haber sufrido violencia y seis de cada 10 violencia sexual, según datos de ASSÍS. El 80% de las mujeres sin hogar perciben la calle como un lugar peligroso.

“La calle es masculino. Por cada 10 personas, nueve son hombres”, indica Lidia Pitarch, sargenta de la Guardia Urbana de Barcelona y doctora en Seguridad Humana y Derecho Global, que apenas ha publicado el libro ‘Entre portales’, con historias de mujeres sin hogar en Barcelona. Para protegerse, muchas mujeres sin hogar se juntan a un hombre, a menudo a su pareja, o a un grupo, que habitualmente elige dormir en “zonas ocultas” donde “es más difícil recibir ayuda”.

“Es un mecanismo de defensa, un pacto. Esta persona me protegerá, posiblemente me agredirá, pero no me agredirán 15 hombres, solo él. Lo que luego pasa es que estas agresiones van a más, y son agresiones físicas graves de esa misma persona que creían que las protegía”, explica.

Más del 60% de las mujeres sin hogar atendidas no pernoctaban en la calle, sino en aeropuertos, portales, estaciones, parques o jardines, según indica Elena Sala, responsable del área social y del programa Mujeres con Hogar de la entidad. “Cuando la mujer está en una situación de calle es un sujeto que se entiende como abusable”, dice Sala, que remarca que las mujeres sin hogar sufren más violencia que los hombres y que una parte muy importante de estas violencias es violencia sexual.

Con siete de cada 10 mujeres sin hogar que han sufrido violencia, Pitarch alerta de que podrían ser más. La sargenta de la Guardia Urbana indica que hay estudios europeos que apuntan a que casi todas las mujeres que se encuentran en situación de sinhogarismo pueden haber sufrido violencia. De hecho, señala que una de las cuestiones que dificulta el abordaje de este fenómeno es la falta de datos sobre cuántas personas hay en calle.

Para pasar desapercibidas y protegerse así de posibles agresiones, algunas mujeres sin hogar adoptan una estética más tradicionalmente masculina. Por ejemplo, en el aeropuerto o estaciones también buscan este mismo propósito con gafas, talones y una maleta como “estrategia de supervivencia”, explica la responsable del área social de ASÍS.

Un espacio seguro

Cuando dormía en el aeropuerto, la Verónica estaba acompañada de un hombre y se sentía “entre comillas segura”. “Pensaba que no me pasaría nada, pero ¿qué pasa cuando hay mujeres solas? En el aeropuerto veía muchísimas, que intentan encontrar un muro donde apoyarse o donde quedarse a dormir”, dice. Allí, cuestiones cotidianas le eran imposibles de hacer. “No tienes donde cambiarte de ropa si no está en el lavabo. ¿Dónde te rentes? ¿Dónde te cambias de ropa? ¿Dónde vuelves a ser una mujer? Esta es la parte digna de un ser humano. Un hombre puede ir al lavabo a afeitarse o lavarse las manos, pero una mujer necesita más espacio. Necesita un lugar seguro”, señala.

Procedente de Santiago de Chile, La Verónica, de 61 años, llegó a Barcelona en agosto de 2022 huyendo de la violencia machista. Alquiló habitaciones tanto en la capital catalana como en municipios del área metropolitana. En el último piso donde estuvo, desahuciaron al hombre con quien vivía, quien a su vez comenzó a “preocuparse” por ella. Juntos comenzaron un camino por hostales, algún hotel y habitaciones hasta que acabaron durmiendo en el aeropuerto o ella misma en el lavabo del Clínico.

En un momento, la Verónica consideró que la actitud de su compañero no era “normal”. “Me sentía en peligro y decidí que no me podía quedar allí porque mi vida estaba en peligro”, remarcando que su compañero bebía demasiado y se ponía muy agresivo. Con el boca-oreja, la Verónica conoció ASSÍS, que tiene tres centros destinados específicamente a mujeres que se encuentran en situación de sinhogarismo, dos de ellos en concierto con el Ayuntamiento de Barcelona.

“Te hace sentir protegida, que te traten con aprecio, que te traten como un ser humano”, apunta la Verónica, que relata cómo normalmente los recursos que se dan a las mujeres sin hogar no tienen perspectiva de género.

La necesidad de espacios seguros es justamente lo que ASIS detectó que necesitaban las mujeres sin hogar. En un proceso de repensar el abordaje del sinhogarismo con perspectiva de género iniciado en 2016, la entidad ha acabado destinando tres centros exclusivamente a mujeres. Sala explica que las mujeres sin hogar viven, en los recursos que se les ofrecen, situaciones cotidianas que los violentan, como ir a duchas o lugares donde cambiarse mixtos, donde mayoritariamente hay hombres. Por eso consideraron que hacían falta recursos específicamente para mujeres.

Estas situaciones que las violentan se suman al trauma que a menudo arrastran, habitualmente marcado por las violencias en el caso de las mujeres. “En el caso de las mujeres, el impacto de múltiples acontecimientos traumáticos a lo largo de la vida es una constante. En el caso de los hombres también, pero en el de las mujeres aún más”, señala Sala. Es por este motivo que uno de los recursos que la entidad ofrece en sus centros es información sobre el trauma. El objetivo es entender los factores de riesgo, pero también protectores. Los espacios de higiene están pensados también de forma diferente, con más espacio, y también se ofrecen jabones, tintes o cremas hidratantes.

“Lo que era invisible se hizo de golpe visible”

Si bien hace unos años las personas sin hogar que recurrían a las entidades sociales eran mayoritariamente hombres, a ASSÍS llegan cada vez más mujeres, hasta el punto de que ya atienden a más mujeres que hombres. La entidad atendió a 1.627 personas en 2024, de las cuales un 55% fueron mujeres. Hace 10 años no representaban ni un 10%. Sala apunta que la pandemia fue un momento clave en el que más mujeres jóvenes empezaron a llegar a la entidad. Esta tendencia se mantiene. “Estamos viendo una polarización importante con respecto a las edades”, asegura, remarcando que la media de edad baja año tras año más que la de los hombres. La mayoría de las mujeres atendidas son de nacionalidad extranjera.

“Muchas de las mujeres son migradas o han tenido dificultades en los núcleos familiares. O bien han sido expulsadas o bien están de huida”, indica Sala. En su experiencia como agente de la Guardia Urbana en Ciutat Vella, Pitarch explica que estaba “muy acostumbrada” a ver mujeres jóvenes sin hogar. “Muchas decían que Barcelona, si no estás fuerte, te atrapa”, remarca.

Aunque la llegada de más mujeres a las entidades sociales no está necesariamente relacionada con el hecho de que haya más mujeres sin hogar, la Verónica advierte de que, a menudo no están tan “expuestas” para protegerse ante posibles agresiones, pero hay “muchísimas”. “Más de las que la gente se puede llegar a imaginar”, alerta.

El paso a los servicios sociales

Pitarch considera que “es de mínimos” que cada municipio destine recursos a atender a las personas sin hogar que se encuentran en sus calles y que estén pensados con perspectiva de género. También critica que a menudo las normativas son demasiado rígidas. Por ejemplo, indica, no se deja entrar perros a centros o se priva la entrada de las mujeres que consumen a algunos recursos. También remarca que hay mucha “fragmentación” cuando una mujer sin hogar quiere denunciar un caso de violencia. Se le pide que no haya fragmentación en el relato, que se muestre “muy afectada”, que demuestre la voluntad de denunciar durante todo el proceso, dice Pitarch, remarcando que a menudo estas denuncias “no van a ningún sitio”.

Así, Pitarch lamenta la falta de recursos en los servicios sociales para atender a las mujeres sin hogar, que considera que están infradotados, también en lo que se refiere a personal. “Tenemos que promocionar los servicios sociales o, de otra manera, yo como Guardia Urbana me veo con las manos atadas. Yo puedo ir 15 veces a ver a una chica que vive en calle, pero no le puedo ofrecer recursos, eso solo lo puede hacer servicios sociales”, subrayó.

Ismael Redacció Lobo

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